Este péplum no oculta su mensaje evangelizador, algo que agradecerán los creyentes y alejará a los prejuiciosos. Lo consigue gracias al acercamiento a la figura de Pablo de Tarso, ese singular converso.

La película que nos ocupa se sitúa en el año 67 después de Cristo, cuando los primeros cristianos viven uno de los momentos más trágicos: acusados por Nerón de ser los causantes de los incendios de Roma, son capturados y asesinados en el circo, crucificados o convertidos en antorchas humanas. En ese escenario, Pablo, considerado en ese momento su líder, es encarcelado y espera la muerte por decapitación en una celda. Hasta su encierro consigue llegar el evangelista Lucas, con el claro objetivo de recopilar su vida para que sirva de testimonio y para buscar consejo sobre qué deben hacer los creyentes escondidos. Mientras, el cruel militar romano al mando de la cárcel experimenta en sus carnes el sufrimiento por la extraña enfermedad que aqueja a su única hija…

Pablo, el apóstol de Cristo sigue la senda marcada en la literatura por Louis de Wohl, el gran novelista de personajes bíblicos. La manera de hacerlo es biografiar una figura religiosa auténtica  y, alrededor de ella y, de forma bien documentada, crear una serie de personajes que interactúan con ella para lograr una trama dramática, pero siempre siendo respetuosos con los hechos reales. Como se presupone, este drama histórico aprovecha los últimos días de Pablo para recordar, mediante correctos flash-back, momentos destacados de su emocionante vida: desde su presencia en la lapidación del mártir Esteban y su persecución de familias cristianas, hasta su conversión camino de Damasco, tras la revelación de Cristo, y los viajes que le convirtieron en un activo misionero transmitiendo la palabra de Jesús.

Por ello, este filme pone especial énfasis en su impronta como predicador, de ahí que puede resultar algo denso en esas pláticas para el público no creyente puesto que no oculta su intención de evangelizar.

El periodo histórico reflejado es apasionante, a pesar que ser cristiano suponía un verdadero riesgo. Porque la película intenta ser fiel a lo que transmite la Biblia y a Los Hechos de los apóstoles que narran la vida de Pablo. Si el diseño artístico nos sumerge en esa época tan convulsa lo que es inmejorable son las sólidas actuaciones de los dos principales intérpretes: James Faulkner (Juego de tronos) en el papel de Pablo de Tarso y Jim Caviezel (Jesús en La Pasión de Cristo) como Lucas.

Para: Muy recomendable para contemplar esta Semana Santa