Dos hermanos malavenidos se enfrentan a un dilema moral tras haber cometido sus hijos adolescentes un acto execrable. El nominado al Oscar, Oren Moverman (The Messenger, Invisibles), dirige la adaptación cinematográfica de la novela del holandés Herman Koch. Inspirada en un hecho real recuerda en su argumento a Un Dios salvaje, de Roman Polanski, desde el momento en que la parte crucial de la película transcurre durante una cena entre cuatro comensales donde salen a la luz temas como la educación de los hijos o la sobreprotección, y justificación, que a sus actos les otorgan sus progenitores en la sociedad occidental. Con el gancho de un reparto de "campanillas" en el que reconocerán a Richard Gere, Laura Linney, Steve Coogan y Rebeca Hall, a caballo entre el drama familiar y el thriller, tiene una duración excesiva (sobran claramente 30 minutos) y el personaje que interpreta Coogan resulta especialmente insoportable. A lo largo de esa reunión compleja, narrada a tiempo real, se nos desvelan los conflictos que anidan en los cuatro personajes retratados: el hermano resentido por el triunfo del mayor; la mujer que disculpa cualquier error de su vástago, el político que quiere ser coherente o la esposa joven que se niega a aceptar el cambio. Para: Los que les gusten los dramas que abordan la crisis de valores que atravesamos Juana Samanes