Relato que nos sumerge en la cara más amarga de África: la de los conflictos interminables y que, como afirman sus productores, Edmon Roch y Javier Ugarte, recuerda "las atrocidades que se cometen bajo la indiferencia del mundo occidental". Laura busca a su hermana Sara, desaparecida desde hace años en la selva del Congo. Nadie sabe de su paradero; ni la ONG para la que trabajaba como médico ni la embajada, incluso desconocen si todavía sigue con vida. Pero un día se publica una imagen de ella en un reportaje fotografiado en un poblado minero del este del país africano. Laura decide viajar a Kampala para intentar encontrarla, un peligroso viaje a una zona donde impera la ley del más fuerte: los señores de la guerra. El planteamiento de esta película, que denuncia los intereses económicos de los países occidentales sobre los pobres, en este caso para hacerse con el control de un mineral escaso; el coltán, recuerda a Diamantes de sangre (Edward Zwick, 2007) pero incide más en la relación personal entre las dos hermanas y en la labor valerosa de algunos cooperantes. Pero, como es ambiciosa, también toca asuntos sangrantes como los niños soldado, el secuestro de menores para ser utilizadas como esclavas sexuales etc… Todo esto, sin duda interesante pero ya visto en anteriores propuestas, se ha traducido en una película de metraje excesivo, con algunas secuencias innecesariamente largas, a pesar de haber sido escrita por uno de los guionistas más solventes de nuestro país, Jorge Guerricaechevarría, de cuya imaginación han surgido historias como  Cien años de perdón o El Niño. Quizás se deba más a que su director, Norberto López Amado, se ha hecho famoso gracias a su trabajo como realizador en series televisivas tan famosas como El tiempo entre costuras. Belén Rueda asume un protagonismo absoluto, puesto que sobre su actuación reposa la película y, afortunadamente, sale airosa del envite a pesar de la dificultad. Para: Los que les interesen los dramas emocionales y las películas de denuncia Juana Samanes