Como ocurría con Una historia verdadera, de David Lynch, Lean on Pete bebe en fuentes fordianas mientras refleja con sensibilidad lo que verdaderamente importa en la vida.

Charlie Thomson es un chaval de 15 años que se queda huérfano y totalmente desamparado tras la muerte de su padre. Con el objetivo de buscar a su única pariente, su tía, iniciará un viaje a través de EEUU en el que le acompañará un fiel caballo de carrera llamado Lean on Pete.

Estamos ante una “road movie” conmovedora, porque esa búsqueda implícitamente encierra la necesidad que tiene cualquier ser humano de sentirse querido, sea cual sea su edad.

De tal forma que amor, amistad y soledad son los ejes sobre los que se mueve la preciosa película de cine independiente dirigida por el director británico Andrew Haigh, una historia que fascinó al cineasta desde que leyó la novela  de Willy Vlautin en la que está basada. Un relato cuya traslación a imágenes supuso el reto de encontrar a un actor joven con sobrados registros, sobre el que obligatoriamente recae el peso de la trama, y un caballo lo suficientemente dócil para lograr secuencias emotivas en pocas tomas, puesto que hablamos de un presupuesto limitado, nada similar a los utilizados en las producciones de Hollywood. Ambas pruebas se superaron con la brillante actuación de Charlie Plummer (a quien vimos recientemente en Todo el dinero del mundo) y un jamelgo excepcional.

El relato de esa travesía de supervivencia cuenta con una bella fotografía de Magnus Nordenhof Jønck y una bonita banda sonora de James Edward Barker. Narrativamente se agradece, desde el minuto uno y dado que estamos ante un chaval desamparado, que el director nunca caiga en el sentimentalismo fácil, puesto que hablamos de un film contenido.

Para: Los que les gusten los dramas de calidad con mensaje