Dice el refrán que “de sabios es rectificar”, y eso parece que ha hecho el director Javier Fesser, quien si en un filme anterior suyo, Camino, el cineasta demostró poca sensibilidad y respeto ante una familia que había perdido a su hija adolescente tras una grave enfermedad, en esta ocasión hace todo lo contrario y realiza una cinta donde deja claro el potencial interior de un grupo de discapacitados intelectuales.

Javier Gutiérrez, ganador este año del Goya al mejor actor por su trabajo en El autor, interpreta a un entrenador de baloncesto profesional, de fuerte impronta, que atraviesa un momento delicado en su vida porque tiene problemas en el trabajo, en su matrimonio y con casi todo el mundo. Su actitud negativa le lleva a provocar un accidente de tráfico y, como sentencia condenatoria, se verá obligado a encargarse de un equipo compuesto por personas con discapacidad intelectual. Una tarea que le proporcionará más de una sorpresa…

Los buenos sentimientos y el humor presiden esta comedia que sigue una línea argumental donde la labor inspiradora de un entrenador logra levantar la moral del equipo y conseguir algunas de las metas trazadas. La película de Fesser, a pesar de  seguir ese guión clásico y ser previsible es amable, divertida y se deja ver.  

Lanza una mirada donde no falta la ternura a esos seres diferentes: hombres y mujeres, quizás no muy inteligentes intelectualmente, pero capaces de dar lecciones de naturalidad,  bondad y generosidad al resto de los semejantes. Algo que, en este largometraje, descubrirá ese entrenador competitivo que, al principio, cree va enseñar tácticas deportivas a esos chicos y, finalmente, será él quien reciba las lecciones de vida que éstos le brindan, que le convierten en un adulto mejor y responsable.

Para: Aficionados al cine español y a las comedias que encierran valores