• Quien tiene un porqué para vivir acabará encontrando el cómo.
  • Los médicos no nos han alargado la vida, sino la vejez.
  • Pero la solución no consiste en acabar con tu vida, sino en darle sentido.
  • Y sí: sólo Dios puede darle sentido pleno.
Lo que aterra al hombre sensato no es la muerte sino el declinar de la vida. Lo que aterra no es la muerte, sino una vida inútil… artificialmente prolongada. El infierno no deja ser una continua caída, una continua decadencia. Pero la solución no consiste en acabar con tu vida, sino en darle sentido. Y sí, tan sólo Dios puede darle un sentido pleno a la vida del hombre. Ya saben el viejo aforismo del siglo XX, el de Viktor Frankl: quien tiene un porqué para vivir acabará encontrando el cómo. Esa es la clave y no la perdurabilidad. Entre otras cosas porque, no se engañen, los médicos no nos han alargado la vida, nos han alargado la vejez. Al final, si la vida no tiene sentido, tampoco lo tiene la muerte. Y al revés. Eulogio López eulogio@hispanidad.com