De un día para otro, millones de pensionistas sale a la calle para decir que no soportan más y que quieren pensiones dignas.

Y tienen razón, nadie que viva con la pensión pública es millonario.

Pero las posibilidades son las que son. Y como diría Emilio Botín, que no tenía problemas con su pensión, “lo que no son cuentas son cuentos”. Y dicho esto, sorprendido estoy porque un diario española haya resumido un informe de un organismo plurinacional, con las siguientes ideas: necesitamos millones de emigrantes para que paguen nuestras pensiones. Oiga, el emigrante viene en busca de una vida mejor no para pagar las pensiones de nuestros ancianos. Eso es cosa nuestra. Lo otro, es lo que podríamos llamar racismo progresista.  

No hijo, no: para poder pagar pensiones tendrá, tendremos que tener más niños y trabajar más años.

En cualquier caso, hasta el Banco de España le ha enmendado la plana a los políticos demagogos (la inmensa mayoría) al recordarles, en la mañana del martes, que antes que bajar las pensiones lo que conviene es retrasar la edad de jubilación. Más deprisa, se entiende.

Más importante aún que retrasar la edad de jubilación es implantar el salario maternal e incentivar la natalidad.

Y aún más importante que retrasar la edad de jubilación es aumentar la natalidad para rejuvenecer la población. Es decir, el salario maternal: pagar a la pareja que tiene hijos, que es algo de justicia.

Por cierto, que en España se pagan 100 euros al mes mientras que en Alemania ‘sólo’ son 85 euros más. Sí, pero con un par de diferencias. En primer lugar, no se cuenta la gratuidad de las guarderías alemanas, que eleva el coste real de la prestación hasta por encima de los 300 euros.

Pero es que, además, los 185 euros mensuales son hasta los 18 años de edad o incluso más, si el niño continúa sus estudios. En suma, no hay comparación.

Retrasar la edad de jubilación y salario maternal. Y menos demagogia.