• Una cosa es lo que es y otra lo que debería ser.
  • Lo que pasa no importa; importa lo que debería pasar.
  • O la ley corre paralela a la justicia o no tiene legitimidad.
  • Es decir, no tiene por qué ser obedecida. Es una ley injusta… por muy democrática que sea.
  • Los culpables de la prostitución no son ni el proxeneta, ni la mujer, ni la prostituta: son los tres.
  • Sí, la impureza, y en especial la pornografía y la trivialización del sexo, llevan a la prostitución.
Aquí tienen el informe de Naciones Unidas, soberana de personas. La trata de personas abarca más situación que la esclavitud sexual, pero ahora voy a centrarme en ella porque percibo cierta macedonia mental (no todo achacable a la ONU), especialmente por el intento de legalizar la prostitución. En primer lugar: por supuesto que la prostitución debe ilegalizarse y perseguirse. Es una barbaridad. Decir que la prostitución siempre ha existido es como decir que el homicidio siempre ha existido. Por tanto, el asesinato de hoy no debería perseguirse, ¿verdad que no? Y es que uno de los preceptos morales más olvidados hoy es que "lo que pasa no importa; lo que importa es lo que debería ocurrir". Una cosa es lo que es y otra lo que debería ser. Y no olvidemos que una ley injusta -por muy democrática que sea-, pierde la legitimidad para ser obedecida. Y no, la culpa no la tiene ni el proxeneta, ni la prostituta ni el cliente. La tienen los tres. Los dos primeros, dedicados a ello profesionalmente, aun más que el cliente, que es a quien los modernos progres quieren sancionar. Repito, los culpables de la prostitución no son ni el proxeneta, ni la mujer, ni la prostituta: son los tres. Y el problema es que la impureza, y en especial la pornografía y la trivialización del sexo, llevan a la prostitución generalizada. Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver. Eulogio López eulogio@hispanidad.com