Es raro, esto de contemplar a los tribunales, emitir una sentencia justa a la par que políticamente incorrecta. Lo ha hecho el Tribunal Constitucional portugués, que ha dictaminado que un hijo tiene derecho a saber quién es su padre. ¿Les suena a perogrullada? Pues no lo es.

El Tribunal Constitucional luso decide que los hijos de FIV o de vientres de alquiler tienen derecho a saber quién es su padre. ¡Qué cosas!

Esto no sólo afectará a los llamados vientres de alquiler sino, sobre todo, al super-negocio de la fecundación artificial heteróloga donde un majadero (o majadera, que también se extraen óvulos) cede su mismo ser por unos euros para que alguien tenga un hijo a quien no conocerá jamás. Hablo de fecundación heteróloga con el semen, o el óvulo, de un desconocido o desconocida, claro está.

Pues no. La primera chica nacida de fecundación in vitro en Estados unidos, por el capricho de una mujer que quiso tener un hijo sin padre, demandó a su madre para que le dijeran quién era su padre.

Repito: aquella ‘pionera involuntaria’ demandó a su madre porque quería conocer a su padre. La chica decía que se sentía como en un túnel sin salida, desconocía su identidad, su esencia.

¿El fin del sueño para quienes quieren tener un hijo FIV o por alquiler? ¡Anda ya! Sólo que las clínicas ganarán menos euros

No consiguió que los jueces le dieran la razón. Ahora, en Portugal sí tendría derecho, el derecho evidente a saber quién era y de dónde procedía. Porque la madre caprichosa que quiere tener la ‘experiencia de la maternidad’ sin concurso de padre, sin que sea fruto del amor y la donación entre hombre y mujer, condena a su hijo a una tragedia oculta.

Miguel Ángel García, uno de los corresponsales progres de RTVE -buen profesional por otra parte- ha entonado un gemido jeremiaco ante la decisión del Tribunal Constitucional portugués, una decisión que, según él, puede poner en peligro los sueños de tantos. Hay que tener jeta: lo que puede poner en peligro el súper negocio de la FIV, por la mera exigencia de trasparencia.

Y, de paso, no eliminarán a tantos embriones ni habrá tantos abortos selectivos

Por cierto, por cada niño que nace por fecundación asistida son muchos más los embriones aniquilados o los abortos selectivos perpetrados en la operación. Conviene no olvidarlo porque las clínicas quieren que se olvide.

¡Bien por el Tribunal Constitucional luso!