• La fe, en este caso la cristiana, puede crear una patria y, ésta, un Estado.
  • Pero la unidad no es causa sino mera consecuencia de la nación española.
  • De otra forma se cae en la deificación de la patria, que es el comienzo del fascismo.
  • Pero los diputados Tardá, Esteban o Domenech deberían recordar las acertadas palabras de Rajoy: o representan a todos los españoles… o no tienen sitio en el Congreso.
Las salidas de pata de banco de los nacionalistas vascos y catalanes, así como de esa mezcolanza de comunismo y separatismo que sólo los centrífugos de Podemos y Cía son capaces de procrear, demuestran que la defensa de la unidad de España realizada por Mariano Rajoy durante su discurso de investidura era necesaria y pertinente. Dijo Rajoy que la unidad es la principal característica de toda patria. Bueno, esto no pasa de tautología. Si una nación, o patria no es una (si son dos o es media), no hay manera de construir Estado alguno ni institución alguna. Tampoco el congreso de los diputados del que cobran sus señorías separatistas. Una tautología pero me temo que necesaria. Dijo algo más, novedad en el presidente pero que en Hispanidad llevamos recordando desde hace tiempo: cualquier congresista de cualquier circunscripción representa, no a su provincia, ni a su comunidad autónoma, sino al conjunto de los españoles. Entre otras cosas, por la obviedad de que votan las leyes que afectan a todos los españoles. Así que el señor Tardá, o el señor Esteban, así como los separatistas interesados de Pablo Iglesias, no deberían defender el separatismo y al mismo tiempo legislar -coactivamente, porque las leyes siempre son coactivas- cuando toman decisiones que obligan al señor de Murcia o de Canarias. ¿Ahí sí son españoles? Ahora bien, el problema es que el discurso de Rajoy en defensa de la unidad de España carece de porqués. La unidad es buena, sin duda, y viene avalada por la historia, sin duda. Ahora bien, España es una porque tiene unas raíces comunes, en este caso su fe cristiana. Ha sido el cristianismo quien ha forjado la unidad de España. España no se justifica por su unidad, sino por su fe. De otra forma, sin la única razón para operar a los independentistas catalanes o vascos e la unidad vamos mal. Porque entonces estaríamos deificando a la patria (la unidad de España como principio y fin último) y la patria, con ser importante, no es Dios. De hecho, cuando se idolatra la unidad de la nación es cuando caemos en el fascismo, que no es otra cosa que eso: la edificación de la nación. Y la patria es muy importante, pero no es Dios. Eulogio López eulogio@hispanidad.com