No me preocupa una España musulmana. El Islam es una caricatura triste del cristianismo donde el creyente no puede llamar padre a Dios.

El musulmán no puede llamar padre a Dios

Tampoco me preocupa una España atea, porque el ateo tiene que preguntarse por qué lo es y ahí empiezan sus dudas: el mundo no es entendible sin Dios. Nadie es ateo por mucho tiempo y, entonces, se refugia en el vaporoso universo llamado agnosticismo, que se traduce por ignorancia y no tiene significado alguno.

El ateo se pregunta de continuo por el sentido de la existencia

Sí me preocupa, y mucho, la España pagana y paganizada, ese materialismo práctico que esquiva el nombre mismo de Dios, sin cuestionarse jamás el porqué pero con una reluctancia a la conversión verdaderamente recalcitrante. Es el paganismo que ni se plantea la conversión sino que vive al margen de ella, en paralelo a ella.

El pagano es el pos-cristiano que ni se plantea su conversión… ni su cosmovisión