• Felipe VI, el melancólico, no es un rey inmoral sino amoral.
  • Inmoral podía ser su padre, pero él prefiere no comprometerse y, con eso, perdurar.
  • Cumpleaños en familia. Y tan en familia.
  • La Familia Real se ha reducido a cuatro miembros: don Felipe, doña Letizia y las niñas Leonor y Sofía.
  • La imposición del Toisón de Oro a la Infanta Leonor le ratifica en su posición de heredera y continuadora de la monarquía.
  • Pero surge la España rota: Gerona le hace un feo.
Empecemos por el final. El mensaje de los comunistas de Pablo Iglesias ya no cuela, o cuela más, porque la política económica del Gobierno Rajoy, puede ser buena o mala pero considerando sus objetivos y la situación en que ZP dejó a España no han sido malos, por más que se empeñe quien se empeñe. En cualquier caso, la crítica hacia la política económica del Ejecutivo no cuela. En plata: la izquierda comunista, unida a los separatistas y nacionalistas, ya tienen el nuevo objetivo político: acabar con el rey de España, con la monarquía. No es una cuestión personal, son negocios. La izquierda ya no tiene la bandera económica, ya no tiene la bandera separatista porque los separatistas les rehúyen y la gente ya no está dispuesta a equiparar libertad con gamberrismo ni justicia social con demagogia. Sin embargo, todas las frustraciones de Juan Español pueden resumirse en ese lacónico ¡viva la república!, que tantas cosas evoca, tan poco dice y a nada urge. Y en esas el rey cumple 50 años. Felipe VI no es un rey inmoral, en tal caso amoral. Su padre podía ser el inmoral, pero él se conforma con no comprometerse para perdurar. Su quincuagésimo aniversario lo ha celebrado con una familia real reducida a cuatro personas: Felipe, Letizia, Leonor y Sofía. En su línea melancólica, triste, poco jovial, todo el objetivo del monarca consiste en hacer el menor ruido posible. Quien no habla raramente se equivoca. Pero es imposible vivir enclaustrado. Al menos, un monarca. Y así, otorga el Toisón de Oro a su hija y sucesora, la princesa Leonor, mientras los gerundenses le niegan el salón para entregar los muy reales premios de la ciudad. Felipe VI no molesta pero tampoco emociona y eso, la izquierda bien lo sabe, representa un fácil objetivo digno de ser abatido. En definitiva, entramos en la reclamación de la III República y el rey sólo tiene su muy puritana virtud de no habría sido cogido en un renuncio. No parece mucho para un rey simplemente amoral. Quizás por eso, porque no es ni moral ni inmoral. Ya sabes, cómo no eres ni frío ni caliente esto para vomitarte de mi boca. Es el caldo de cultivo que necesita gente como Pablo Iglesias o Carlos Puigdemont. Eulogio López eulogio@hispanidad.com