• ¿Y con eso qué? ¿Acaso le importa al amigo Jong?
  • No, hay que pararle por las bravas.
  • Sólo que Occidente se ha vuelto pusilánime.
Juan Pablo II habla de injerencia humanitaria. Una cosa es no inmiscuirse en los asuntos internos de otro país y otra permitir que el gatillo nuclear lo posea un tirano chiflado con retardo mental. Y también decía que la pena de muerte sólo era admisible cuando la sociedad se enfrentaba a un enemigo tan peligroso que sólo la eliminación del mismo podía traer la paz. Si Kim Jong-Un continúa con sus éxitos nucleares, a lo mejor ha llegado ese momento con Corea del Norte. Pero, ¿cuál ha sido la respuesta de Barack Obama, líder de Occidente? Reclamar sanciones económicas. Los coreanos deben estar temblando de miedo. Occidente se ha vuelto pusilánime. Kim Jong-Un (en la imagen) atenta contra la vida, así que hay que neutralizarle a cualquier precio. El mundo libre debe eliminar el régimen coreano y neutralizar a Kim Jong-Un. O al revés. Eulogio López eulogio@hispanidad.com