Wells Fargo, el segundo banco americano, va a tener que pasar por taquilla para pagar una multa de 1.000 millones de dólares (unos 813 millones de euros) impuesta por los reguladores estadounidenses por irregularidades relacionadas con los seguros de automóvil y abuso en los préstamos hipotecarios.

La sanción sucede a las investigaciones de la Oficina de Protección de Consumidores Financieros (CFPB) y la Oficina del Auditor de la Divisa (OCC), algo que anunció la semana pasada el propio banco, sin especificar la resolución final que está previsto se cierre este mismo viernes.

Entre los miles de clientes afectados hay muchos hispanos, que podrá reclamar al banco una compensación por obligarles, entre otras lindezas, a adquirir instrumentos financieros que no necesitaban con los que perdieron sus vehículos al no poder pagar los créditos. Además, hubo cobros indebidos sobre las hipotecas.

La Reserva Federal dio un toque al banco en febrero por su heterodoxia de gobierno 

Ese escándalo sigue a otro, que Wells Fargo perpetró en 2016, cuando se descubrió que presionaba a la plantilla para vender productos y la apertura de cuentas falsas a los clientes sin que éstos los supieran. Tuvo que pagar una multa de 185 millones. La culpa era de sus empleados (despidió por ello a 3.500), pero la Oficina de Protección de Consumidores también consideró culpable al banco por las presiones con su política de retribuciones.

Aquel episodio provocó fuertes críticas de sus accionistas (se llegaron a crear dos millones de cuentas fantasma) y las volverá a recibir en la junta de la próxima semana. La Reserva Federal, en una medida sin precedentes, ordenó al banco, en febrero de este año, detener su expansión hasta que mejorar la gobernabilidad.