• Pero todo depende a partir de ahora del efecto Trump y su arancel del 35% a la importación.
  • Los dos gigantes del automóvil dependen en gran medida del mercado americano.
  • El primer ministro japonés se reúne esta semana con el Ceo de Toyota antes de su encuentro con Trump
  • El tercero en liza, General Motors, no ha dado datos pero está más cerca de Renault-Nissan.
El morbo de los resultados en 2016 de Toyota está en el paralelismo con los de Volkswagen y su permanente disputa por el trono en el sector. El balance es desigual en beneficios y ventas. Pero en lo último, la ventaja la toma el grupo alemán, que ha vendido 10,3 millones de vehículos ( 3,8%) frente al japonés, que ha vendido año 10,18 millones ( 0,2%). El gigante alemán se hace de este modo con el pódium, a pesar del escándalo por las emisiones contaminantes destapado en septiembre de 2015. Sólo había superado a Toyota en los primeros semestres de 2015 y algunos meses de 2016. Queda por conocer ahora los resultados de General Motors (GM), el tercero, que anunciará sus resultados la próxima semana. GM fue líder mundial en ventas durante décadas pero en 2008 le superó Toyota, que se descolgó de ese puesto sólo en 2011 por el terremoto y tsunami que afectó a su producción. En estos momentos está más cerca de Renault-Nissan y no llega a los 10 millones de unidades vendidas. Queda por medir, en el futuro, el efecto Trump, decidido a impulsar la producción de automóviles en suelo americano. Tanto Toyota como Volkswagen dependen en gran medida del mercado de EEUU, pero el presidente ha reiterado su intención de aplicar un arancel del 35% a las importaciones. La reacción de los fabricantes ha sido anunciar inversiones en ese país. Una de las últimas compañías en ceder ante Trump fue Fiat Chrysler, con una inversión de 1.000 millones en las plantas de EEUU. El primer ministro japonés, Shinzo Abe, se va a reunir esta semana con el CEO de Toyota, Akio Toyoda, pero nadie que en ese encuentro el segundo le dará al primero la información que necesita antes de reunirse con Trump, el próximo 10 de febrero. Es lo que preocupa a Japón. Rafael Esparza