• La buena marcha del gestor contrasta con la ausencia de su presidente, José Manuel Vargas, ya cuestionado por la salida a bolsa.
  • La compañía, que debutó a 58 euros, cotiza ya a 165,5 euros, pero se rasca el bolsillo para arreglar los conflictos internos y las contratas.
  • Vargas aparece cuando el viento sopla a favor y desaparece cuando las cosas se tuercen, como en El Prat.
  • Hasta Rajoy tiene que salir en defensa de la empresa semi-pública y De la Serna solucionar el conflicto.
  • El problema, ahora, es que Vargas tiene a la plantilla en contra y a los sindicatos en pie de guerra.
Aún sin solucionar el contencioso de los empleados de Eulen en El Prat, AENA se enfrenta a una huelga de 25 jornadas, a partir del próximo 15 de septiembre. No tienen nada que ver la una con la otra -la negociación con los sindicatos de la compañía comenzó mucho antes de estallar el conflicto en El Prat-, pero ya saben… a perro flaco, todo son pulgas. Lo cierto es que la marcha de AENA es muy positiva, con un beneficio hasta junio de 460,9 millones de euros, un 36% superior al de 2016 si excluimos los extraordinarios. Además, la empresa se ha mostrado muy sólida a la hora de generar flujo de caja operativo, un indicador muy ilustrativo: 1.091 millones durante el primer semestre, un 9,1% más que hace un año. Y eso sin hablar de su revalorización en bolsa. Debutó en febrero de 2015 a 58 euros por acción -un precio muy controvertido por ser excesivamente bajo- y ahora sus títulos se intercambian a 165,5 euros. AENA vale este jueves en bolsa 24.750 millones de euros. Cifras todas envidiables que, sin embargo, contrastan con los conflictos internos de la compañía, empezando por el del aeropuerto de Barcelona. Sí, el contencioso es de Eulen con sus empleados, pero AENA no puede desentenderse y tiene su parte de responsabilidad. Para empezar, contrató los servicios de seguridad de Eulen porque le salía más barato. Oiga, y con todo lo que gana, ¿no podía haber optado por una empresa con un historial menos conflictivo? En cualquier caso, una vez estallado el conflicto, ¿no podía haber hecho algo más de lo que ha hecho? Concretamente, ha llamado poderosamente la atención la reacción del presidente, José Manuel Vargas (en la imagen), durante los días de largas colas en El Prat: silencio absoluto. Incluso Mariano Rajoy salió en su defensa señalando que todo se debía a "una discusión entre una empresa privada y sus trabajadores". Y al final, el Gobierno ha tenido que tomar la medida más drástica de todas: el laudo obligatorio. Y Vargas, desaparecido. La huelga del 15 de septiembre es otra prueba de juego para el presidente de AENA. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com