• El encuentro con Putin no es baladí: es uno de los únicos dirigentes que no ha puesto entredicho su caza de brujas posterior a la asonada militar.
  • El sultán alega el respaldo "incondicional y desinteresado" del presidente ruso frente a la reacción de Occidente (su socio de la OTAN), que "apoya el terror y se puso del lado de los golpistas".
  • Mientras, aumentan las voces que aseguran que Obama se ha equivocado de bando en Siria, y por eso no combate contra el Estado Islámico en Alepo.
Turquía ha mantenido una buena sintonía con Rusia durante la última década, al menos de cara a la galería. Las dos potencias han consolidado su vínculo gracias a los lazos comerciales que los unen y a la amistad personal de Tayyip Erdogan con Vladimir Putin. Pero la guerra en Siria, en la que Ankara y Moscú mantienen posiciones enfrentadas, tensó estas buenas relaciones. El derribo de un avión de combate ruso a manos de un caza turco mientras sobrevolaba la frontera siria, en noviembre de 2015, amenazó, directamente, con dinamitar sus lazos. Pero bueno, esto es agua pasada. O eso es lo que exhiben ahora ambos líderes, que hoy se reúnen en San Petersburgo. El encuentro no es baladí: es la primera visita al exterior del presidente turco tras el Golpe de Estado fracasado contra su Gobierno. Y la elección de Rusia, claro, no es algo que Erdogan haya decidido a la ligera. Explica el sentido de este viaje que Putin haya sido uno de los únicos dirigentes mundiales que ha apoyado inequívocamente a Erdogan desde el principio y, más importante, no ha puesto en entredicho su caza de brujas posterior. Pero aparte, esta visita es, también, un episodio más de los chantajes del líder turco hacia Europa. El presidente ha contrastado el respaldo "incondicional y desinteresado" de Rusia frente a la actitud de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), que "apoya el terror y se puso del lado de los golpistas". El sultán añade a su tesis que no ha recibido de sus socios de la OTAN "el apoyo esperado, ni antes ni después de la intentona golpista". En este escenario, surge la duda inevitable: ¿cuál es el recorrido del pacto de los refugiados suscrito entre la Unión Europea y Turquía? El problema reside en la exención de los visados a ciudadanos turcos que pisen suelo europeo, que debería haber entrado en vigor en julio. Antes de aprobarlo, Europa exige a Turquía el cumplimiento de 73 medidas, entre ellas, que el Gobierno deje de aplicar la ley antiterrorista contra los kurdos. Ankara no acepta esto y da un ultimátum a Europa: o sus socios cumplen con esta parte de acuerdo, o lo mandan al traste. En definitiva el pacto, alcanzado en marzo para contener la llegada de refugiados, pende ahora de un hilo y nadie se atreve a garantizar si seguirá en vigor mucho más. Entre tanto, Rusia continúa con sus planes en Siria, donde no altera su batería de ataques por la visita del líder turco. Ahora se centra en bombardear objetivos yihadistas en Palmira. El presidente americano, Barack Obama, ya no parece tan contundente, mientras aumentan las voces que aseguran que el presidente de Estados Unidos ya no se atreve con Alepo. Su encrucijada no es fácil, porque, entre las filas que forman la oposición, sólo se fía de los kurdos. Además, ya no está tan determinado a acabar con el presidente sirio, Bashar al Assad, pero esto no puede decírselo a Putin. Es lo que opina, por ejemplo, el analista Leonid Bershidsky en Bloomberg: sostiene EEUU parece haber decidido no intervenir y dejar que sean Rusia, Irán y las tropas del presidente sirio Bashar al Assad las que derroten a las fuerzas de la oposición en Alepo. El columnista apunta que Washington no participará en la guerra porque se equivocó con los rebeldes. Bershidsky añade que "la guerra seguirá y se llevará más vidas, aunque es difícil imaginar que el Estado Islámico pueda resistir el ataque ruso-iraní a largo plazo". Daniel Esparza