• Los sorayistas pretenden una inmolación colectiva y rápida de altos cargos del PP, imputados.
  • Ya la jubilación de los barones regionales o incluso sospechosos, hayan o no hayan ganado las elecciones.
  • Una renovación generacional que pasaría por unas listas para las generales que rompan con aznarismo, ratismo y cospedalismo. Y se queda, naturalmente, con sorayistas.
  • Ese es el problema: Rajoy dará la batalla.
En el diván del psicoanalista. Así andan los altos cargos más veteranos del Partido Popular. En la tarde del martes, Vicente Martínez Pujalte aparecía en la rotonda del Palace y mantenía una no muy clara conversación con Eduardo Zaplana. Es curioso, al que fuera presidente de Valencia y ministro de Trabajo, hoy en Telefónica se ha convertido en paño de lágrimas de su colega en activo. Días atrás, con Montserrat Gomendio en la OCDE y su novio, el titular de Educación, José Ignacio Wert camino de la embajada española ante la OCDE, Lucía Figar se preparaba para dar el salto al Ministerio de Educación, su sueño. Ya se pidió el cargo cuando Rajoy llegó al poder. Pues bien, ahora está en el banquillo de los acusados. No sólo eso, está, como hemos comenzado, por presiones del propio PP y, para ser exactos de la vicepresidenta más conspiradora de la democracia española: Soraya Sáenz de Santamaría. (En la imagen). Curioso: el propio Gobierno lanza una ley para que no tenga que dimitir un imputado, hasta que no haya condena. De hecho, el PP piensa suprimir el concepto de imputado. Pero, ¡ay amigo!, ahora se trataba de hacerse el limpio y el sorayismo no podía permitir que la imputación de Salvador Victoria y Lucía Figar (una aznarista, esposa de Carlos Aragonés, jefe de Gabinete del entonces presidente Aznar) impidiera que Cristina Cifuentes se quedará sin la Presidencia de la Comunidad de Madrid. En otras palabras, Soraya y los sorayistas pretenden una inmolación colectiva y rápida de altos cargos del PP, imputados o simplemente sospechosos. Y, de paso, la jubilación de los barones regionales, hayan o no hayan ganado las elecciones. Paso a la juventud que Soraya aún se siente joven. Una renovación generacional que pasaría por unas listas para las generales que rompan con aznarismo, ratismo y cospedalismo. Y se queda, naturalmente, con sorayistas. Soraya pretende una renovación de personas, que no de ideas, que el sorayismo tampoco anda tan sobrado de éstas. Ha comenzado el suicidio asistido del PP. Sobre todo asistido. Eso sí, no olvidemos que Soraya es una gigante con pies de barro. Quien todavía detenta todo el poder es Mariano Rajoy, que no se fía ni un poquito de su segunda, cada vez menos aunque ha perdido demasiadas oportunidades para librarse de ella. Y sí, puede hacerlo si lo hace ahora. Eulogio López eulogio@hispanidad.com