• Siemens Gamesa anuncia cambios en el equipo directivo y retrasa tres meses el nuevo plan estratégico.
  • Iberdrola había mostrado su malestar por la mala gestión de la compañía, que explica el fuerte castigo sufrido en bolsa.
  • El mazazo en la multinacional será profundo en Alemania y en las divisiones energética e industrial, con una reducción a la mitad de las plantas.
  • El golpe recuerda al recorte de hace dos años, cuando anunció el despido de 7.800 trabajadores.
  • La estrategia camina hacia el refuerzo en la industrial digital, reduciendo su peso en otras divisiones.
  • Es la vía para reducir gastos de estructura, al tiempo que eleva ingresos con ventas o salidas a bolsa (Healthineers).
Siemens anunciará sus planes y nueva estrategia en Londres el 9 de noviembre, coincidiendo con la presentación de resultados, pero la prensa germana adelanta una importante reestructuración en las divisiones de Energía y Gas (Power&Gas) y la de Industrias y Procesos (Process Industries & Drives) que representa el 18% y 3% del Ebitda del grupo. Traducido en cifras equivale al cierre dela mitad de las plantas (11 de 23) y el despido de miles de trabajadores, una medida drástica que sigue a otra en el mismo sentido, hace dos años, cuando anunció un recorte de 7.800 empleos. Pero si echamos la vista más atrás, a 2013, el recorte de empleo asciende ya 13.000 personas. Pero esa crisis se traslada también a España, que no ha sido una excepción desde los ERE que inició en 2012, con un relevo en la dirección financiera de Siemens Gamesa -Miguel Ángel López sustituye a Andrew Hall- y el aplazamiento de la presentación del plan estratégico hasta febrero, aunque previsto para el 15 de noviembre, ha señalado la empresa en un comunicado. Aunque la germana Siemens controla el 59% de la fusiona, Iberdrola ha pedido cambios por la la mala gestión de la compañía, que explica el fuerte castigo en bolsa. Es, como ya hemos informado, el fracaso de Rosa García en la presidencia. No es el único cambio en el equipo directivo, que afecta también al negocio offshore, con nuevo consejero delegado (Andreas Nauen sustituye a Michael Hannibal, en el cargo desde mayo) y un nuevo director de Asesoría Jurídica, Alberto Alonso Ureba -nuevo consejero independiente-, según el hecho relevante a la CNMV, y secretario general del consejo (Jürgen Bartl sustituye a José Antonio Cortajarena, con diez años en el cargo). La razón de la reestructuración del grupo alemán, en 2015 y ahora, es la misma: la necesidad de reducir costes tras la sangría en forma de caída de pedidos (en tono al 40%). En los dos casos, comandada por el presidente ejecutivo, Joe Kaeser (en la imagen), a quien Siemens mantendrá en el cargo hasta 2021, por lo menos, después de sustituir , en 2013, a Peter Löscher. La reestructuración, avanzada por la revista Manager Magazin, que la empresa no ha querido comentar, ha provocado ya una airada respuesta del principal sindicato germano, IG Metall, que se resistirá a esa medida. Más allá de la reestructuración que se acerca en esas esas dos divisiones, flota una reordenación mucho más profunda en el grupo que afectaría a la propia corporación, en una línea similar a lo que ha hecho durante los últimos años, en los que ha reducido de 16 a nueve sus divisiones. Dicho de un modo rápido: consistirá en centrarse en negocios concretos, como el industrial y el digital, abandonando progresivamente otras divisiones, como ha hecho al vender Osram, su filial de iluminación. Es el mismo proceso que ha iniciado ya con la fusión ferroviaria con Alstom, la misma fórmula que empleó con Gamesa en el negocio eólico y puede pasar también con la división de equipamientos médicos, Healthineers, que saldrá a bolsa en 2018. Para los analistas esos pasos son el preludio de una profunda reestructuración que se avecina en la multinacional, que se va de la propiedad de sus divisiones, al tiempo que reduce gasto en su estructura y obtiene sustanciales ingresos con las ventas para mejorar su posición de liquidez y tesorería. Al mismo tiempo, la segregación, se supone, tendría el efecto de impulsar la cotización en bolsa, ahora en 117 euros por acción, con el señuelo de que las partes valen más que el todo. Si sigue desprendiéndose de participaciones donde ahora tiene posiciones mayoritarias, el valor podría subir, lo que daría al grupo la oportunidad de mejorar dividendos o aumentar las inversiones en los negocios que quiera potenciar. Claro, eso afectaría también a sus negocios con Gamesa, Alstom o lo que pille con Healthineers. En los dos primeros casos, hay otra lectura que pone de relieve una de las debilidades de Siemens que explica su crisis: pasa de hacer cosas a buscar quién sepa hacerlas. Con Alstom, ha preferido cambiar de cromos para crear un Airbus ferroviario, dejando fuera a Bombardier. Siemens factura en torno a 80.000 millones de euros anuales, pero sus tres fuentes de ingresos más importantes están en las divisiones de Energía y Gas y Healthineers, muy por delante de Digital Factory  e Industrias y Procesos. Rafael Esparza