• Como Gamesa, donde tumbó el equipo español, primero, para infravalorar la plantilla después.
  • Los trabajadores de Siemens Rail Automation llevan con los suelos congelados desde 2015.
  • La clave: la fusión con Alstom, con las cuentas ya presentadas sin tener en cuenta a la filial española.
  • Siemens compró hace cuatro años la española Dimetronic, una joya a la que aprieta con el ahorro de costes.
  • Curioso: no saben español ni el director general, Gunther Klotz, que sustituyó Jesús Guzmán, ni el financiero, Bernd Blummenstein.

La plantilla de Siemens Rail Automation se rebela contra la consigna en la dirección de la empresa de contener los costes, vía sueldos y algo más, a pesar de la positiva evolución de las cuentas -por el número de contratos- y en medio de las divergencias que está provocando el proceso de fusión con la francesa Alstom para crear un gigante ferroviario europeo. Es, por tanto, un conflicto laboral, pero que entra de lleno en el modo de proceder del coloso germano, que no brilla precisamente por su transparencia. Ya ha tumbado al equipo español en la división ferroviaria -ahí explicamos las oscuras razones-, un calco de lo que practica también en Gamesa, y ahora se ceba con la plantilla de unos 600 trabajadores, muy preparada por cierto -son en su mayoría ingenieros-, pero con los sueldos congelados desde 2015. Los empleados han empezado a movilizarse esta semana por ese motivo con una tanda de paros de dos horas (cuatro días, entre 12 y 15 de marzo), al que se añade otra razón, importante: el intento de la dirección de acabar con un bonus por jubilación anticipada (un derecho recogido en el artículo 10 del convenio colectivo), según fuentes del comité de empresa consultadas por Hispanidad. No deja de ser paradójico, cuando Siemens Rail Automation debe la realidad de lo que es a la empresa española de señalización ferroviaria Dimetronic, que compró en 2013. Fue, en fin, una jugada para situarse dentro del goloso consorcio español que se adjudicó el contrato del AVE a La Meca. Cinco años después, ya no está el presidente de Dimetronic, Jesús Guzmán, el ejecutivo español que culminó la integración, a quien sustituyó como director general, en enero, un alemán que no sabe español, Gunther Klotz, y a quien puede suceder en breve Agustín Escobar, actualmente en Colombia. Tampoco conoce el idioma, por cierto, el director financiero, Bernd Blummenstein, que carece, como el anterior, de conocimientos sobre los clientes y el sector ferroviario en España. Y a eso se añade ahora el resquemor de la plantilla, que desde la compra de Dimetronic -concretada en 2014- no ha tenido otro convenio colectivo que el de entonces, salvo un ajuste sobre pluses salariales firmado en 2015, algo que irrita no sólo al comité de empresa. Los retrasos no cobrados por la plantilla se acumulan, por tanto, a pesar de que la práctica habitual es renegociar y firmar el convenio cada año. Eso explica el respaldo masivo a los paros convocados, tanto en la planta de Tres Cantos (unos 500 empleados) como en la de San Fernando de Henares (unos 15, y otros 75 distribuidos en provincias o países). Y esas movilizaciones, a la espera de que Siemens tome nota del daño reputacional que suponen, seguirá durante una semana de cada mes que la empresa no se siente a renegociar. La planta de San Fernando sirve de almacén. Está dedicada a la gestión de materiales (señales, agujas), mientras que la actividad principal de la de Tres Cantos es de I D e Ingeniería y también fabrica los armarios para el control de los sistemas de señalización de las vías ferroviarias, en el taller. Casi toda la plantilla está formada por ingenieros Los trabajadores comenzaron las movilizaciones antes del verano, y el único punto en el que la empresa ha cedido algo (una décima) es en los aumentos salariales anuales (la última propuesta es 1,5% en 2016; un 1,7% en 2017 y un 2% en 2018), pero sin retirar su propuesta de acabar con el artículo 10 del convenio (el bonus por jubilación anticipada), algo inadmisible para el comité de empresa. La resistencia de Siemens no tiene otra explicación -nunca reconocida por la empresa- de la fusión con Alstom, en cuyo proceso también se aportan las cifras de cada división, pero el gigante alemán no ha tenido en cuenta a la filial española. No es la única anomalía. La empresa también suspendió en 2015 la póliza externalizada y que está vinculada al artículo 10 del convenio. Esa póliza, acorde a la normativa laboral, debería regularizar pero no se ha hecho. Claro, el ahorro de costes no lo justifica todo, aunque es una práctica habitual en multinacionales como Siemens. Aprietan cuando fusionan (Dimetronic o, ahora, Alstom), en lugar de premiar a la joya que han comprado -que por algo compran-, y se infravalora el trabajo de plantilla, que pasa de la motivación a la desesperación. Sucede ahora en de Siemens Rail Automation, aunque es un suma y sigue. Al poco tiempo de comprar Dimetronic, la empresa trasladó al grueso de la plantilla -instalada en viviendas del corredor de Henares- a Tres Cantos. Curioso, el alquiler aumentó, pero el beneficiario fue Siemens Real Estate, la inmobiliaria de la multinacional. También Siemens SA, que preside Rosa García, ha intentado sentar cátedra en la división ferroviaria, pero los trabajadores no han cedido. Rafael Esparza