Una sucesión de hechos relevantes remitidos el martes a la CNMV por el Popular y el Santander nos han anunciado la fusión por absorción del Pastor por el Popular y del Popular por el Santander. Efectivamente, en ambos casos era algo previsto, pero los dos anuncios encierran cierta relevancia.

Cuando el Popular compró el Pastor, el presidente del banco gallego, José María Arias Mosquera, exigió seguir siendo presidente del Pastor a pesar de que había sido absorbido por el Popular, ficha bancaria incluida. Pero al final, Arias Mosquera se salió con la suya: el Popular le otorgó otra ficha bancaria y su tarjeta de visita seguía diciendo que era presidente del Pastor. Por supuesto, con su Consejo de Administración propio, aunque no se reunía nunca. Eso sí, la marca Pastor seguía funcionando en Galicia y lo hacía con éxito.

Cuando el Santander se hizo con el Popular, la situación de Arias Mosquera cambió radicalmente, como la de todos los consejeros de la entidad que presidía Emilio Saracho. Sin embargo, no ha sido hasta este martes cuando el Pastor ha sido jurídicamente absorbido por el Popular y éste, a su vez, por el Santander.

Pero cuidado, porque esto no significa que haya concluido la integración. Todo lo contrario: la digestión del Popular está siendo mucho más lenta de lo previsto por varias razones.

La primera es de concepto: el Santander es un banco de producto y el Popular, de cliente. Lo peor es que el consejero delegado del Popular y hombre de confianza de Ana Botín, Rami Aboukhair, no lo termina de entender. Además, no cuenta con los cuadros intermedios del Popular -directores de zona, por ejemplo, que son vitales dentro del esquema Popular- y los del Santander no están acostumbrados porque, como hemos dicho antes, el Santander es un banco de producto, no de cliente.

Por ejemplo, el Popular ha tenido siempre una oficina representativa donde Luis Valls primero y Ángel Ron después, recibían a los directivos del banco, a los clientes vip y a los periodistas. El comedor del edificio Beatriz -calle Velázquez esquina a Ortega y Gasset- era un lugar habitual para este tipo de encuentros. Y es que el Popular era un banco de cliente.

Por cierto, el viernes 20 de abril se vació definitivamente la sede del edificio Beatriz. Hubo lágrimas y despedidas muy sentidas. Era la sede del Popular desde el año 1975, cuando se terminó su construcción.

El Santander, por el contrario, no tiene una oficina de esas características. No por nada, sino porque nunca la ha necesitado. Su manera de funcionar es distinta y se basa en el lanzamiento de productos como la Cuenta 1/2/3. 

Luego está la integración tecnológica. Sí, el Popular nunca se ha caracterizado por tener una buena plataforma, capaz de adaptarse a los cambios con rapidez y agilidad. Lo malo es que la del Santander es aún peor. Para que se hagan una ida, se basa en el antiguo lenguaje Cobol, considerado anticuado en los años ochenta. Nadie se atreve a meterse con la plataforma y el Santander está haciendo muchos esfuerzos para ponerse al día. José Antonio Álvarez ha admitido el martes, durante la rueda de prensa de resultados, que la inversión del banco en software ronda los 2.000 millones de euros anuales.

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