• La Navidad es maternidad. Y si no, es Navidad pervertida
  • Y el matrimonio es entrega. Es decir, lo opuesto a la ideología de género que hoy se nos impone.
  • Ante cualquier sugerencia de reducir la jornada laboral para dedicarse a la educación de los hijos…
  • …surge el escándalo farisaico: ¿cómo se le puede ocurrir esto en pleno siglo XXI? O sea, ¿cómo puede decir esto en pleno martes por la tarde?
  • Por otra parte, es cierto que buena parte de los matrimonios fracasan porque no se han comprometido.
  • La ideología de género no sabe lo que hace porque no sabe lo que deshace.Y tampoco sabe que el amor es para siempre o no es amor.
  • La familia, esa célula de resistencia a la opresión, vive ahora en España la lucha contra el comunismo… pero lleva medio siglo luchando contra el capitalismo.
El domingo 27 se celebra la festividad de la Sagrada Familia. Justo al mismo tiempo, el neocomunismo de Pablo Iglesias, con una obsesión enfermiza por detentar el poder, tan enfermiza con la de su colega Pedro Sánchez, trata de destrozar una sociedad que, a pesar de los matrimonios rotos, sigue anclada, en la familia cristiana. Es decir, sigue anclada en la célula de resistencia a la opresión más activa que jamás haya creado la humanidad. Dicho de otro modo, la Sagrada Familia de Nazaret y todas las familias cristianas, es decir, libres, se enfrentan hoy al comunismo que pretende destrozar a la familia porque es –en palabras de Chesterton- una célula de resistencia a la opresión. Mucho más que una frase, dado que la familia constituye el único colectivo del mundo donde a la gente se le valora por lo que es, no por lo que aporta. Se rige por el amor, pero el amor no es una contraprestación, es darse sin esperar nada a cambio, es el peor de los negocios y la clave de la realización personal. Ahora bien, la familia cristiana se enfrenta ahora el comunismo renacido de Podemos, es cierto, pero, ojo, lleva cincuenta años enfrentándose al capitalismo, que ve a las personas como unidades de producción, no como hijos de Dios. Ejemplo, o la Navidad es maternidad o es Navidad pervertida. Procrear –es decir, colaborar en la creación divina- es la clave, junto a la entrega de los cónyuges, de la familia. Pero a las nuevas parejas, en especial a la mujer, se lo han puesto muy difícil: pretenden que eduque a sus hijos pero, al mismo tiempo, pretende que rinda más en el trabajo por un salario menor. Y así, y ante la menor sugerencia para reducir la jornada laboral –o dejar de trabajar fuera de casa- y dedicarle más atención a los hijos, surge la pregunta interesada: ¿Cómo se le puede ocurrir esto en pleno siglo XXI? También era Chesterton quien decía que cada vez que alguien argumentaba de ese modo: "¿Cómo puede plantear tal cosa en pleno siglo XX?" le daban ganas de responder: "¿Cómo puede plantear tal cosa en pleno martes por la tarde? ¿Qué tendrá que ver el siglo con la verdad y la mentira, con la justicia y la injusticia o con la sensatez y la necedad? Con el capitalismo ha colaborado el feminismo, que considera idiota a toda mujer que decide libremente que sus hijos son los primeros aunque viva más justa de fondos. Para las feministas, a quienes el capitalismo lleva utilizando desde hace un siglo, la mujer que hace frente a la explotación proveniente de Wall Street quedándose en su casa durante la edad fértil, le llama idiota, mientras considera una triunfadora a la pobre infeliz, eunuca por voluntad propia, que da la vida por un trabajo donde se abre camino a hachazos porque nadie, ni a ella ni al varón, le valora por lo que es sino por lo que aporta a la empresa y al Estado. Y como la estafa capi-feminista es tan burda y no acaba de colar, se inventan lo de la conciliación, que no deja de ser otra forma de hablar de esclavitud de la mujer y que, encima, pretenden disfrazara de liberación Femenina. La sociedad lógica, y la mejor para la mujer, es aquella en la que la mujer estudia y se prepara igual que el hombre y con las misma oportunidades. Dedica su etapa fértil a educar a sus hijos mientras el Estado le ayuda con un justísimo salario maternal y a la que, luego, con los hijos ya criados –por sus padres, no por la guardería y el colegio-, se le facilita la vuelta o el ingreso en el mundo laboral. En cualquier caso, lo cierto es que vivimos en un naufragio general de la familia. Y si tantas convivencias se destrozan, la razón es muy sencilla: es cierto que muchos de los que se casan no saben a qué se comprometen. No saben qué cosa es la familia -entrega y apertura a la vida- y no tienen la menor idea sobre qué cosa es el amor -donación de uno mismo-. Es decir, que la puñetera perspectiva de género –o sea el feminismo- no saben lo que hacen porque no saben lo que deshacen, cuando se empeñan en destruir la familia, en despreciar la maternidad y promocionar la muerte de inocentes. La solución, por tanto, no está ni en el comunismo de Podemos ni en el capitalismo que predican PP y PSOE. La solución está en el amor cristiano, que no constituye una tercera vía porque siempre ha sido la primera. Para el cristianismo, el amor es para siempre por la sencilla razón de que es entrega, esto es, depende de cada cual. Y el que se entrega no da marcha atrás porque ya no se pertenece: simplemente renueva esa entrega personal a lo largo de la vida. El amor o crece o mengua, pero el responsable siempre es la persona, que para algo es libre. Por lo demás, en el día de la Sagrada Familia no se dejen engañar: cuando les hablen de conciliación de la vida familia y laboral, no lo duden, están tratando de esclavizarle. Sobre todo a la mujer. Eulogio López eulogio@hispanidad.com