• La portuguesa y la española avanzan un 28,38% y un 25,89% en los últimos doce meses.
  • Tamaño no es igual a rentabilidad: de las grandes, Exxon pierde y Shell está por debajo de la media.
  • La recuperación empezó hace más de un año, tras un giro copernicano en la cotización del petróleo: de 100 a 26 dólares y ahora en 51,8.
  • La OPEP quiere que el barril siga alto, por eso amplía el recorte de producción a todo 2018, pero su influencia ya no es determinante.
  • Por cierto, Imaz compra otro paquete de 5.000 acciones de Repsol, como en los últimos trimestres.
Las petroleras se anotan fuertes subidas en bolsa este año, que sigue a la recuperación del año anterior. Dicho sea, tras el acuerdo de la OPEP para ampliar el recorte de producción durante el próximo año (unos 1,8 millones de barriles diarios), que se daba por supuesto, pero que siempre sienta bien a las cotizadas del sector. El precio elevado les viene bien, como quien dice, lo contrario que al consumidor. Hispanidad hace balance de cotizaciones actuales, con el mismo patrón de hace un año, que dejaba negro sobre blanco la recuperación en bolsa de un sector, tras dos años de batacazo, con Repsol como tercera en el despegue. Un año después, de noviembre de 2016 a noviembre de 2017, la petrolera española mejora y se sitúa en segundo lugar (25,89%), superada únicamente por Galp (28,38%), como pueden observar en el gráfico. Por cierto, Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, compró ayer jueves otras 5.000 acciones, como otros trimestres. Destacan las revalorizaciones de Repsol y Galp, además, porque no son las de más tamaño, o lo que es lo mismo: tamaño no es igual a rentabilidad. El ránking por tamaño lo lideran la americana Exxon, Royal Dutch Shell, la británica BP y Chevron (EEUU), pero las cuatro están en la parte baja de la tabla por rentabilidad y la primera en pérdidas (-0,04%). Y en la misma senda, también, la italiana Eni (4,54%), la más penalizada hace un año. La explicación de las subidas, en cualquier caso, está directamente asociada a la otra subida, la de los precios del petróleo. El termómetro bursátil no tiene otra lógica que esa. Es lo que provocó un estado de pánico en las petroleras desde finales de 2014, cuando el barril cotizaba a 60 dólares de media -después de haber estado a 100-, pasó después de 55 dólares (2015), a 43 en 2016, con meses a 26 dólares. Con la referencia del último trimestre, el barril está en 51,8 dólares de media. Un trasfondo bastante revuelto, en fin, al que contribuyeron también los intereses geopolíticos, los mismos que pueden jugar su suerte en cualquier momento, dicho sea también. Encuadren ahí también el recorte de producción de la OPEP para sujetar los precios y evitar las caídas, aunque ha perdido su histórica influencia en ese sentido. La producción de los países del cártel no es la única; es más, supone menos de la mitad, en torno a un 40%, de la producción mundial. Unan a eso la extracción de crudo vía fracking (fractura hidráulica), que lidera EEUU, aunque no a cualquier precio (si es baja la inversión no compensa). Rafael Esparza