• "No me preocupa nada ser una sucursal de un banco español", dice el fundador de BPI, Santos Silva, que deja la primera línea ejecutiva.
  • También cambia el ceo, Fernando Ulrich, que sustituirá un hombre de Caixabank, Pablo Forero, a partir de la junta de abril.
  • Gortázar valora la OPA como un éxito, pero lo importante ahora es "crecer orgánicamente" y, por supuesto, nada de compras, ni en Portugal ni en España.
  • Allianz permanece en el capital (8,4%); la empresaria angoleña Isabel dos Santos (18,6%) y Violas (2,7%) salen.
  • Las dos entidades mantienen los ratios de solvencia aunque BPI avanza una emisión de deuda subordinada de 225 millones (como mínimo).
  • La rebaja de participación en Angola (48%) queda pendiente a la espera de negociaciones con Unitel, principal accionista. Llegará.
Caixabank pasa de un capítulo a otro en la peculiar novela que escribe en Portugal. Finalmente, se hace con el 84,51% del Banco Portugués de Inversiones (BPI), como resultado de la OPA lanzada por la entidad lusa y comunicada a la CNMV. Eso sí, deja atrás -también- un buen puñado obstáculos para llegar a donde ha llegado (por momentos parecía un folletín más que una novela) y el desembolso, con ese resultado, asciende a 644,52 millones de euros. A juzgar por lo escuchado en la rueda de prensa celebrada este miércoles en Lisboa, todo parece el final feliz de un romance (¡quién lo hubiera dicho hace meses!).  Ojo, pero el desenlace más importante es que a partir de ahora comienza otra etapa para BPI y para Caixabank, con mando en plaza como quien dice, algo que no podía hacer hasta ahora, a pesar de ser el principal accionista (45%) del banco portugués. Y a eso se añade otra realidad: Caixabank se sitúa como líder financiero en el mercado ibérico (del mercado español ya lo era). En la rueda de prensa ha dominado el buen tono y la satisfacción por el éxito de la OPA, como es lógico, por las dos partes: Gonzalo Gortázar, consejero delegado de Caixabank (en la imagen, con el presidente, Jordi Gual), y los principales ejecutivos del BPI: Fernando Ulrich, consejero delegado hasta la junta del próximo 26 de abril, y el fundador de la entidad, Artur Santos Silva, que dejará la primera línea ejecutiva para ser presidente honorario, además de presidir una nueva comisión dedicada a Responsabilidad Social. Cambia la cúpula, por tanto, con Pablo Forero como nuevo Ceo, pero manteniendo "la continuidad en el equipo de gestión", como ha señalado Gortázar, pero con un nuevo consejo de administración. Conviene insistir en este punto porque el éxito de la operación, indudable, tiene una lectura subliminal en el lado portugués, más o menos que de caída de manos extranjeras. "No me preocupa nada ser una sucursal de una banco español", ha declarado Artur Santos Silva -fundó la entidad 35 años- después de ser interpelado hasta en tres ocasiones en ese sentido y con una palabra maldita: sucursal. Las cosas son como son y los problemas han sido los que han sido, ha venido a reconocer Santos, consciente del delicado momento que atraviesa el sector financiero luso y su pasado reciente, marcado por el rescate. "Hoy culmina una OPA en familia", dicho por Ulrich o "queremos ser parte del futuro de Portugal, dicho por Gortázar, marcan el nuevo rumbo del BPI, que seguirá como marca diferenciada de Caixabank y cotizando en bolsa, para "sacar los mejor de las dos casas" (Gortázar). El ceo de Caixabank, por cierto, se defiende bien en portugués y el próximo ceo de BPI, Pablo Forero, lo está aprendiendo. En suma, lo importante ahora es "crecer orgánicamente", ha explicado Gortázar, como en España. Por supuesto, no se plantean ninguna compra, ni en Portugal ni en España, algo que ya quedó claro el ceo en Barcelona: que nadie cuente con ellos. "Estamos centrados en BPI; es la única dedicación", ha añadido, "después de una colaboración de 20 años". La operación no afecta al ratio de solvencia de las dos entidades. Caixabank ya se había adelantado y BPI realizará una emisión de deuda subordinada de 225 millones de euros como mínimo (posiblemente sea algo mayor). Tras el resultado de la OPA queda Allianz como segundo accionista, con el 8,4%. El resto de los grandes se han ido: la rebelde familia Violas Ferreira (2,7%) o la empresaria angoleña Isabel dos Santos (18,6%). Entre los dos se han repartido protagonismo los dos últimos años. El divorcio con la angoleña fue necesario para acabar con el límite del 20% en los derechos de voto, condición sine que non de Caixabank para seguir con la OPA sobre el 55% que no controlaba. Y la familia Violas fue el último foco de resistencia en BPI. ¿Planes inmediatos?: los ya expuestos en el folleto de la OPA. El objetivo es avanzar sobre el ajuste ya programado por BPI para aumentar la rentabilidad mejorando en eficiencia. En otras palabras, seguir con el ajuste en plantilla y oficinas, que afectará a 900 empleos en tres años (hasta 2019), a 52 sucursales en 2017 y el calendario previsto para cierre previsto sobre las 535 que tenía en septiembre de 2016. El juste supondrá un ahorro de costes de 45 millones en personal y de otros 39 millones por costes adicionales. En total, 84 millones. Y queda también pendiente la cuestión de Angola, que no ha concluido, aunque Goztázar ha optado por la prudencia. El banco angoleño BFA ya está desconsolidado, tras la rebaja de un 2% en la participación de BPI (al 48%), pero ese porcentaje es muy significativo, aunque ya no sea mayoritario, y al Banco Central Europeo (BCE) le preocupa: no le gusta que los bancos de la zona euro tengan presencia en entidades de tan lejanos países. Pero la negociación con el principal accionista, Unitel, comenzará llegado el momento. De momento no hay nada decidido. Rafael Esparza