• Al mismo tiempo, el injusto pero inapelable suspenso de los test de estrés.
  • El Santander ha hecho cuentas y a pesar de todo le merece la pena seguir en EEUU: la financiación al consumo le funciona.
  • Aunque las exigencias de las autoridades traen de cabeza a la entidad.
El Banco Santander comercializó, en 2010, un producto que cubría a los clientes ante los descubiertos en cuenta. Pero la venta no se hizo correctamente -algunos clientes no recibieron la información completa y de una forma correcta-, de tal manera que la Oficina de Protección del Consumidor Financiero de EEUU decidió sancionar al banco. Sanción que se ha concretado en la tarde del jueves 14 de julio. El Santander pagará 10 millones de dólares -en euros, 8,9 millones- tras admitir que, efectivamente, el producto no se vendió bien en todos los casos. Eso sí, la entidad ha explicado que subcontrató la comercialización y que fue la empresa contratada la que no siguió las directrices del banco. Sea como fuere, el banco tiene que afrontar la sanción de 8,9 millones de euros. No es una cantidad que preocupe en la sede de Boadilla, en Madrid, pero se produce poco después del injusto pero inapelable suspenso de los test de estrés de la Reserva Federal. En este sentido, de poco ha servido el nombramiento de Scott Powell, (en la imagen), como consejero delegado de la filial norteamericana, en marzo de 2015. En cualquier caso, el banco ha hecho cuentas y ha decidido que le merece la pena seguir en el país. El negocio de la financiación al consumo le funciona, a pesar de las provisiones extraordinarias realizadas durante el primer trimestre del año en curso. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com