La reunión de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI), con Christine Lagarde como maestra de ceremonias, ha cuajado en una nueva economía, que no es más que el reconocimiento del abrumador envejecimiento de la población mundial. Los pobres tienen hijos pero una esperanza de vida escasa; los ricos, y los nuevos ricos (caso de China) han perdido vitalidad y no tienen hijos.

Hay que jubilarse más tarde porque el sistema público de pensiones vive en quiebra permanente

Y así, va cuajando el consenso global (¡qué tiempos aquéllos de las higiénicas conspiraciones, la era del consenso resulta más peligrosa!) sobre los tres parámetros clave de la nueva economía:

  1. 1.El despido libre, con remuneración pactada de antemano. Que se pierda el miedo a contratar, abrumador en algunos países como España. Y como ‘despido libre’ es término con mala prensa, preferimos disfrazarlo de contrato único indefinido. Es una buena idea.
  2. 2.Retrasar la edad de jubilación. No es un idea brillante, es simplemente una idea ineludible. Occidente ha envejecido y el nuevo Oriente, por ejemplo China, que podríamos denominar capital-comunista, o tiranías políticas con orden económico capitalista (casos de China e India) se niegan a tener hijos y su población envejece de forma suicida. Recuerden: la bomba demográfica no consiste en que hay mucha gente sino en que haya pocos jóvenes. Ahora sí: ha estallado la bomba demográfica.

La globalización se enfrenta al problema eterno: se liberalizan capitales sin homologar rentas

  1. 3.Por último, el FMI sigue defendiendo la globalización. Ahora bien, el problema no es Donald Trump y su guerra comercial (en algunos aspectos, lógica y justa) sino la globalización asimétrica, que pretende liberalizar el movimiento de capitales y productos pero no el de personas. O las dos cosas a la vez o ninguna, porque de nada sirve liberalizar capitales sin que se dé, al menos, una tendencia a la homologación de rentas. Este tipo de globalización sólo sirve para hacer realidad la vieja frase socialista: los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Y si no es así, no es gracias a la mundialización.

Ojo, que esta economía sea nueva no significa que nos tenga que gustar. Solo los tonti-progres identifican lo nuevo con lo bueno.