• El ministro aspira a planificar la política energética pero le faltan acuerdos, con los partidos y las empresas.
  • Insiste: no se puede prescindir de ninguna fuente de energía; lo contrario es ideológico, no técnico.
  • Galán se ha puesto en la diana con el cierre de las térmicas de carbón de Lada y Velilla, que no comunicó a Nadal.
  • Endesa es la mayor carbonera, con 4.903 megawatios, pero se decanta por la nuclear, que tampoco quiere Galán.
El cometido de Álvaro Nadal, obligado a una planificación de la política energética con los criterios medioambientales pactados con Bruselas, por un lado, y la cooperación necesarias de las eléctricas (Iberdrola, Endesa o Gas Natural), se parece cada vez a un sudoku de difícil solución. No sólo por la oposición de las empresas, sino también por la falta de acuerdo con los partidos políticos. En la imagen, Nadal, Sánchez Galán (Iberdrola) y Borja Prado (Endesa). Nadal, de momento, ha decidido tirar por la calle de en medio, sacándose de la manga un real decreto de Nadal, cuya intención es evitar el cierre unilateral de las centrales energéticas. Necesita el visto bueno de la CNMC, pero para tener rango de ley necesita el apoyo de otros partidos en el Congreso, que tampoco tiene. Todo a afecta a todo, aunque el foco está puesto en el cierre de las plantas de carbón de Lada y Velilla, anunciadas por Iberdrola, que como ya hemos informado, han sacado de quicio a Nadal. Pero no es el único problema, obviamente. Al ser preguntado por ese punto en la entrevista publicada este lunes en El País, el ministro responde con firmeza que no se puede prescindir de ninguna central. Las razones son conocidas: se trata de planificar la energía hasta 2030; España necesita todas las fuentes de energía y "prescindir de alguna de ellas responde a una postura más ideológica que técnica". Nadal reitera lo que ya ha dicho en varias ocasiones; sin el carbón, el precio de la electricidad subiría un 15% y sin la nuclear, un 25%. Más firme, señala que es más imposible todavía cerrar el carbón y la nuclear a la vez, como pretenden algunos, algo que no ha hecho ningún país. El problema del carbón, con todo, afecta más a Endesa que a Iberdrola. Para la eléctrica de Galán, al fin y al cabo, se trata sólo de dos centrales térmicas de carbón, las últimas que tiene (Lada y Velilla), que suman una potencia de 874 megawatios (MW). En el caso de Endesa, sin embargo, esa potencia asciende a 4.903 MW. Le siguen Gas Natural Fenosa (2.010 MW), EDP (1.463 MW) y Viesgo (870MW). Obviamente, Nadal quiere que nadie se apresure en los cierre. De ahí la contestación dada a El País: "La política energética la hace el Gobierno, no las empresas". Y en las empresas están todas las energías con plantas de ciclo combinado, energía nuclear y las renovables. Por cierto, Nadal asegura en la entrevista con El País que Galán no le avisó del cierre de Lada y Velilla que anunció en la Cumbre del Clima de Bonn. Se enteró cuando presentó la solicitud en el ministerio. Sobre las centrales nucleares ya les hemos informado de la propuesta de Galán a Nadal, para un cierre "ordenado" de la nuclear, hasta 2034 y la central de Trillo. Claro que en ese punto, el principal enemigo de Nadal no es Iberdrola, sino el principal partido de la oposición, el PSOE. Nadal no ha llegado todavía a ningún acuerdo con los grupos parlamentarios, ni tan siquiera de Ciudadanos, que presta su apoyo a Rajoy en otras cuestiones. Y del PSOE, en concreto, la única respuesta es un no, tanto al carbón (por contaminante) como a la nuclear (seguridad). Las negociaciones empezaron en febrero y ahí siguen, estancadas, cuando la idea es pactar una ley más amplia de planificación energética y cambio climático. Tan complicado lo que ha pasado, en suma, como el camino pendiente de recorrer. Rafael Esparza