• La cadena de supermercados alemanes borra la cruz de la cúpula de Anastasis de Santorini, en sus productos de la marca Eridanous.
  • Desde Lidl, explican que intentan "evitar símbolos religiosos porque no queremos excluir a ninguna religión".
  • O sea, busca no ofender a los musulmanes (el islam carece de símbolos animados), para los que, además, Lidl ofrece productos exclusivos.
  • E insiste mucho en "respetar la diversidad", aunque excluyendo a la mayoría cristiana.
Parece que a Lidl no le importa nada ser cristófoba, pero sí, y mucho, ofender a los musulmanes. Algo que no es baladí y más teniendo en cuenta que tras los diversos atentados yihadistas que ha habido en Europa, la mayoría de la gente tiende a no criminalizar a dicho colectivo para no ser tachada de islamófoba o racista. Y todo ello, obviando que el islam no es una religión de paz. En sus productos, la cadena de supermercados alemanes ha borrado la cruz (en la imagen) de la famosa iglesia de Anastasis, situada en la isla de Santorini, concretamente en el pueblo de Oia, y que es una de las postales más típicas de este lugar griego. Así, podemos verlo en los productos de la marca Eridanous, especializada en cocina griega (entre otros, crema de verduras, moussaka, yogur griego, aceitunas Kalamon con tomate deshidratado, etc.) que vende en Bélgica, por ejemplo; en España sí ha mantenido la cruz. Desde Lidl, como recoge la web Caso Aislado, explican que de esta forma intentan "evitar símbolos religiosos porque no queremos excluir a ninguna religión". O sea, sencillamente buscan no ofender a los musulmanes (como saben, el islam carece de símbolos), para los que además tienen productos exclusivos certificados como 'Halal'. La cadena de supermercados alemanes insiste mucho en "respetar la diversidad", algo que parece no incluir a los cristianos. Tristemente, una nueva muestra de cómo en Europa hay una doble vara de medir en libertad religiosa: no hay problema en atacar o poner trabas a la de los cristianos, pero hay demasiada esplendidez con el islam. El Viejo Continente debería tener en cuenta que la clave es la reciprocidad. Cristina Martín cristina@hispanidad.com