• La empresa de La Caixa intentará vender el plan Relance al próximo Gobierno.
  • Y arreglar el conflicto de la AP-7: 862 millones de euros.
  • Está claro que no se ha entendido con Ana Pastor.
  • Alemany advierte que no resolver las radiales pone en entredicho el prestigio de la concesión española.
  • Sin embargo, está a punto de firmar un acuerdo con Mauricio Macri en Argentina.
  • Y también tiene que entenderse… con Juan Miguel Villar-Mir, que no es argentino.
Junta de Accionistas de Abertis (Grupo Caixa-Criteria), celebrada en Barcelona en la mañana del martes 12, correspondiente al ejercicio 2015. La empresa que preside Salvador Alemany y cuyo primer ejecutivo es Francisco Reynés, tiene un accionariado curioso. Por una parte, La Caixa, sindicado con la familia Godia, que posee el 23%, seguido del Grupo Villar-Mir, con el 16,5%. Ahora bien, lo que ofrece la medida más real de la empresa es que el 75% del capital se lo reparten entre 30 accionistas. Ni uno más. Naturalmente, fondos. Algunos de ellos, con participación importantes Por ejemplo, Capital, tiene un 5%, por un 3% Blackrock y otro 3% Lazard. Sólo el 25% del capital está en manos de pequeños accionistas. Sí, los institucionales no son 'pequeños-accionista': son intermediarios que utilizan el ahorro de los particulares (propietarios) sin consultar a esos propietarios. Estos comisionistas juegan con el dinero de los demás como les viene en gana y la única respuesta del pequeño es llevarse sus ahorros a otro sitio. Eso sí, previo pago de la comisión, hagan ganar o perder dinero al cliente. Por eso sorprende el tiempo que Alemany ha dedicado a explicar la aprobación del Código de Buen Gobierno, con reducción del número de vocales del Consejo desde los 22 hasta 15 y la profusión de independientes frente a dominicales. Soy de los que cree que el consejero más independiente es el dominical. Y esto porque los que realmente mandan en las grandes empresas y bancos, los fondos, nunca quieren intervenir en los consejos, en la gestión de la sociedad. Eso resultaría excesivo para el calculado compromiso habitual de los fondos con la empresa en las que participan. Pero no se preocupen: aunque no participen en el Consejo extorsionan del mismo modo -perdón, quería decir, presionan- a los gestores para conseguir la máxima ganancia. En cualquier caso, esto es lo que hay, no en Abertis sino en todo el Ibex 35. El ejercicio de Abertis durante 2015 no ha sido malo. Los ingresos crecen un 5%, el ebitda otro 5% y el beneficio neto un 7%. La deuda es elevada, 12.000 millones de euros para una capitalización que no alcanza los 14.000. De acuerdo, pero las agencias de riesgo aplauden porque consideran que sus ingresos son recurrentes. Y otra cuestión: Abertis mantiene una autocartera alta, nada menos que del 8%. Eso, en principio, es malo, sobre todo para el accionista. Ahora bien, Salvador Alemany defiende la opción: esa autocartera es la forma de financiar la expansión. Incide esta alternativa con la tendencia habitual de Abertis de premiar con ampliaciones de capital liberadas con cargo a reservas. Ejemplo, en el dividendo aprobado el martes con cargo al ejercicio 2015 alcanza los 0,69 euros por acción más la ampliación 1 por 20, liberada. Total: 5% de incremento nominal y 5% de ampliación liberada. No es el sistema más puro (dividendo en metálico hemos terminado) pero esa es la opción de Abertis: premiar a los accionistas con dinero fresco pero también con acciones gratuitas. ¿Y la autocartera? Para comprar. Para terminar el análisis de 2015 no olvidemos que se ha realizado una fortísima provisión para cubrir el litigio que mantienen con el Gobierno de Mariano Rajoy a cuenta del acuerdo de explotación de la AP-7 (autopista del Mediterráneo, la más larga de España). Hablamos de 862 millones de euros, que ha exigido una provisión extraordinaria. Y es que el Estado se comprometió a cubrir el desfase por reducción del tráfico. La ministra de Fomento, Ana Pastor se negó en redondo y el asunto está en el Tribunal Supremo. Lo más seguro es que lo gane Abertis pero el problema es cuándo. Y entramos así en el punto central de la actual 'política' de Abertis. En pocas palabras, se ha entendido con todo tipo de gobiernos, e incluso, tras el paso de la 'singular' Cristina Fernández de Kirchner, están a punto de firmar el acuerdo con el Gobierno de Mauricio Macri. En pocas palabras, Abertis se compromete a invertir en las carreteras que posee en Buenos Aires y, a cambio, Macri promete pagar lo que debe y subir las tarifas. En el fondo es un plan Relance (Francia), que es lo que vende Abertis. Sencillo: si tú, Gobierno, te comprometes a ampliar el periodo de concesión y me dejas subir las tarifas de forma medianamente generosa, yo pago la inversión: hago la carretera o invierto en su mantenimiento y mejora. Pero resulta que Ana Pastor -la señoría 'No'- se ha negado a hablar de ello, al igual que se ha negado a negociar el conflicto de la AP-7 y ha dejado que se liquiden las autopistas radiales. A lo mejor no es malo, pero Alemany asegura, en este punto, que eso podría desprestigiar el carácter concesional español. ¡Cuidado, Alemany, mejor no entrar por esa procelosa senda! Ahora bien, lo que la ministra de Rajoy no puede hacer es no cumplir lo acordado. Porque al final, con las radiales va a ocurrir como con la banca en crisis: la pagaremos entre todos. En cualquier caso, Abertis se lleva estupendamente bien con todos los gobiernos: en Francia, Argentina, Brasil, Puerto Rico… con el único que no se entiende es con el gobierno de España, su país de origen. Tanto Reynés como Alemany aseguran que están dispuestos a entenderse y a invertir en España… pero habrá que esperar a un nuevo Gobierno. Pero, en el entretanto, el equipo directivo que lidera  Fanscisco Reynés se ha preocupado de ampliar la vida de la cartera de concesiones en el extranjero, así como en dos infraestructuras: la de carreteras y la de torres de telecomunicaciones. Bueno, tampoco olvidemos que, como recuerda el presidente de Abertis, resulta que en lo que va de siglo, en España no se construyen infraestructuras. Abertis no se entiende con el Gobierno pero hay otro frente no abierto pero sí trinchera de desconfianza: no se acaban de entender el equipo directivo de abetos con su segundo accionista, el Grupo Villar Mir y, pasando de lo personal a lo jurídico, con Juan Miguel Villar-Mir. La cosa es sencilla: Juan Miguel Villar Mir tiene problemas con su rama constructora. Ahora debe dedicarse a las concesiones pero es el segundo accionista de una empresa competidora en concesiones. No es una cuestión personal: son negocios pero antes o después las voluntades tienen que chocar. Eulogio López eulogio@hispanidad.com