• Al final, el grupo holandés se va a parecer más a su filial española, ING Direct.
  • El presidente del BCE deja pocas opciones a la banca para ser más rentables: más eficiencia.
  • Claro, eso y despidos en lo mismo.
  • La reestructuración de ING es más amplia: 7.000 empleos en tres años, la mitad de ellos en Bélgica.
El banco holandés ING, que anunció en octubre del año pasado el despido de 7.000 trabajadores para ahorrar en costes unos 900 millones de euros al año hasta 2021, sigue adelante con ese ajuste. El golpe de la reestructuración llega a Bélgica, donde cerrará hasta 480 sucursales. Es el país, junto con Holanda, que afronta los mayores recortes. El ajuste en Bélgica costará al grupo unos 615 millones de euros. Y para hacerse una idea de lo que supone en trabajos perdidos, téngase en cuenta una sucursal belga tiene una media de tres empleados. Según los planes de octubre, la idea en Bélgica es suprimir unos 3.500 empleos. El banco holandés cabalga en paralelo a su transformación en un banco digital para mejorar en eficiencia. El primer paso será la integración de ING y Record Bank, con la desaparición de una de cada diez oficinas de este último. Así que ING se va pareciendo cada vez más a ING Direct, creado en 1998 por César González-Bueno, a quien el grupo holandés rescató en marzo con el cargo de consejero delegado de ING España y Portugal. Con 1.200 empleados, desarrolla una amplia oferta en banca minorista, banca corporativa y de inversión, aunque el principal gancho sigue siendo la cuenta naranja o la cuenta nómina. ING hace cierta así la aseveración del presidente del BCE, Mario Draghi, que se quejaba recientemente en Madrid de la falta de eficiencia de la banca europea, que sólo se puede mejorar a costa de despidos. No lo dijo así, naturalmente -fino él-, pero es la única vía que queda para aumentar la rentabilidad cuando la política monetaria del BCE está en lo que está: tipos de interés en mínimos. "Hay amplio margen -dijo Draghi- para que una gran parte del sector financiero mejore la rentabilidad con más esfuerzos para ganar eficiencia operativa mediante recortes orgánicos de costes". No sólo eso, se quejó de que los bancos de la eurozona no han mejorado su eficiencia en costes desde 2010, y ahí está el quid de que hayan perdido ventaja frente a sus competidores internacionales. Rafael Esparza