• El director general de la Organización Mundial del Trabajo bromea como ex sindicalista. Eso sí, pide a Bruselas que dé más tiempo a España.
  • Y sin bromas, asegura que ni hemos salido de la crisis, ni ha llegado la recuperación y cada día hay más parados.
  • Pero no cree en el "determinismo tecnológico"; o sea, habrá que poner remedio a la escasez de empleo con todos los medios.
  • Tiene claro que el "Brexit ha sido un gran error" y eso mismo lo piensan también en China o India.
  • Espera a conocer detalles de la política de Trump, pero no tiene interlocutor: no hay aún ministro de Trabajo.
Ni hemos salido de la crisis económica ni la recuperación ha llegado ni ha cicatrizado la principal herida, el empleo. Y eso es un fracaso político en toda regla. Así de contundente ha sido este martes Guy Ryder, director general de la OIT desde 2012 y ex sindicalista, ojo, y así lo ha dicho en presencia de la ministra Fátima Báñez (los dos en la imagen), durante el encuentro informativo organizado por Nueva Economía Fórum. La prueba más sangrante, según Ryder, está en la cifras de desempleo: 200 millones de parados y otros desajustes dolorosos: 168 millones de niños obligados a trabajar, 21 millones de trabajadores forzosos (en condiciones de explotación), desigualdad creciente o una brecha salarial del 23% entre hombres y mujeres. Báñez, por cierto, ha aprovechado el foro para avanzar que "el empleo en España ha llegado para quedarse" (sic), como se verá en los próximos datos de paro y afiliación. Claro que "queda mucho camino por recorrer" hasta los 20 millones de ocupados en 2020. Mal rollo no decir una cosa sin la siguiente. El director de la OIT, mientras -"un gran amigo de España"-, no ha querido entrar en cuestiones espinosas para España, como la crisis del sindicalismo o el conflicto de los estibadores. Ha dejado una observación interesante, sin embargo, sobre esto último: Bruselas debería dejar espacio a los diálogos nacionales y también a un país europeísta como España. Dicho de otro modo, tras bromear con que cuando fue sindicalista aprendió "a no meterse con los estibadores", lo que sí ha hecho es pedir a Bruselas que dé más tiempo. Ya ha dado dos toques a nuestro país, tras la sentencia europea de 2014 sobre la libre competencia en el sector, pero el conflicto sigue ahí y sin acuerdo parlamentario. Sobre la salida de Reino Unido de la UE ha sido tajante: "Ha sido un gran error". Es la opinión de Ryder y también de los interlocutores con los que ha hablado del asunto entre los potenciales socios que Londres espera, como China o India. O sea, de momento sólo Trump aplaude la decisión británica. Y sobre la política del presidente americano, la OIT sigue esperando a los detalles de la política económica americana, cuando no tiene todavía ni un ministro (secretario de Estado) de Trabajo. La actitud del presidente americano hacia el comercio internacional ya se ha sentido, por ejemplo, en la cumbre del G-20, que no habla de economía globalizada o ha rechazado el término proteccionismo. Guy Ryder ha dirigido la parte medular de su intervención, sin embargo, a cuestiones más de fondo que de forma. Dicho de otro modo, más centrado en la realidad del trabajo que en cifras concretas. Es el mismo debate a tres años que se marcado la organización que dirige sobre el futuro del trabajo que nos espera. Lo que está en cuestión en estos momentos, ha dicho, es una tarea tan noble como el trabajo. Hasta tres generaciones con un problema común: la escasez de empleos, cuando el trabajo es un vínculo entre el hombre y la realidad, una aportación al sentido existencial. Eso es lo que más preocupa a Ryder. Cierto es que el futuro, como decía Shakespeare, no está escrito, pero se niega a caer en el "determinismo tecnológico", aunque será necesario repensar lo que ocurre ahora para compensar la escasez con todas las herramientas posibles. Para dar trabajo a todos habría que crear 40 millones de empleos cada año y como "eso no es posible" habrá que pensar en todo: crecimiento económico, ingresos universales, un cauce a las nuevas relaciones empleado-empleador, nuevas tecnologías o el debate abierto sobre la globalización y las economías abiertas. Pero con un objetivo: la promoción de la justicia social es la garantía de la paz social. Rafael Esparza