• Asegura que hubiera costado 36.000 millones de euros. Falso.
  • Lo que ocurre es que el plan del BCE y del Consejo Europeo consiste en reducir el número de bancos sistémicos.
  • Con ello conseguirán bancos más grandes, con peor servicio y con un acceso más difícil, al menos en pequeñas poblaciones. Bancos grandes, bancos quebrados.
  • Al tiempo que disparará la banca en la sombra (los fondos) o banca sin riesgo para el banquero.
  • Y no olvidemos que, para forzar fusiones, el BCE necesita que los bancos renqueen.
  • Y que los líderes de la UE se repartan el mapa bancario europeo.
Esta semana pasará a la historia de la banca por las solemnes palabras del ministro de economía, don Luis de Guindos (en la imagen junto a Danièle Nouy): si hubiéramos dejado caer el Popular nos habría costado 36.000 millones de euros. Ya se sabe que las grandes mentiras trascurren por vías paralelas a la verdad. En efecto, si se hubiera liquidado el Popular devolver los depósitos a razón de 100.000 euros por cuenta y depositante con más de esa cantidad, hubiera salido por ese coste. Ahora bien, en primer lugar, el Banco Popular fue intervenido por razones ligeramente espurias y, desde luego, nadie ha dicho que debiera haber sido liquidado. Pero, en segundo lugar, y esto es lo más importante, miente De Guindos cuando dice que nos hubiera costado esa cantidad a los contribuyentes: ¿es que el Banco Popular no tenía activos para vender y pagar esa cantidad ¿No poseía avales con garantía real, no cobraba créditos cada día, no hacía descuento comercial cada mañana? ¿A qué viene, señor ministro, esas cuentas del Gran Capitán que sabe falsas? Pues viene para justificar el apoyo servil de España a un proceso por el que la Unión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) pretenden crear un oligopolio bancario: grandes bancos sistémicos. Diez años después del estallido de la crisis bancaria, las recetas se perciben más peligrosas aún: no queremos bancos pequeños, sino grandes. Eso significa lo siguiente: deslocalización del crédito, pero servicio a la clientela, pues esos monstruos financieros sólo prestarán su dinero a las grandes corporaciones, no a familias y pymes y, quizás lo peor, crecimiento de la banca en la sombra: fondos y bancos actuando como si fueran fondos. Ya no habrá riesgo bancario porque al ahorrador se le remitirá al fondo de inversión, donde el que arriesga es el cliente, no el banco, que se cobra su comisión, independientemente de que haga bien o mal su trabajo. Con la nueva banca el banco nunca pierde. El cliente puede perder. Aun así, los bancos quiebran. Eso es lo que quiere doña Danièle Nouy, directora de Inspección del BCE y arquitecta de la nueva banca que resultará mucho más grande y mucho más ineficaz. La banca mediana y pequeña, sobre todo las herederas de las cajas de ahorros, está condenada a ser absorbida o morir, sea por exigencia del regulador europeo (BCE), que, como en el caso del Popular, demostrará su poder, entendido como capacidad para infligir daño, o será por absorción. El menor fallo será aprovechado para fagocitar entidades incómodas. O sea, pequeñas. Y no olvidemos que, para forzar fusiones, el BCE necesita que los bancos renqueen. Y si no, exageraremos sus fallos y a correr. Pero no mienta, señor De Guindos. Eulogio López eulogio@hispanidad.com