• Resulta paradójico que Naciones Unidas tolere que sus departamentos  incumplan el principio de remunerar por el trabajo, uno de los derechos humanos que supuestamente defiende la organización.
  • En 2015 se descubrió este feo asunto y un informe recientemente publicado muestra que apenas se ha mejorado.
  • La mitad de estos auxiliares no pagados aseguran que la experiencia, aunque fuera valiosa, les ha originado una carga financiera.
La ignominia descubierta en 2015 de que Naciones Unidas no pagaba ningún salario a la gran mayoría de sus becarios, pasantes o auxiliares en trabajo en prácticas (internship, en inglés) ha continuado, según el primer informe independiente 'UN Internship report' que comenzó a elaborarse en agosto del año pasado y acaba de hacerse público, informa La Celosía. Recuérdese que de este asunto supo hace tres años cuando se conoció que un auxiliar neozelandés que trabajaba en Naciones Unidas en la sede de Ginebra vivía en una tienda de campaña porque no recibía salario alguno por su trabajo. Se armó un escándalo mediático, pero esta mala práctica de que la inmensa mayoría de los pasantes de Naciones Unidas no reciban remuneración persiste. El informe, sacado adelante gracias al interés de la Fair Internship Initiative, trabajó con respuestas de 900 antiguos y actuales trabajadores en prácticas en el sistema de Naciones Unidas. El resultado es que de 472 empleados en pasantía, el 84% tenían edades entre 22 y 29 años, y el 54% contaban al menos con un máster, siendo mujeres la mayoría, concretamente el 72%. Esta cualificación no resultó suficiente para que las autoridades administrativas de Naciones Unidas les pagasen al 80,5% de la muestra, un porcentaje apenas inferior al que se descubrió estaba explotado en 2015, que era del 85,3%. Más de cuatro quintas partes de estos auxiliares que no cobran subrayan que les resulta imposible hacer las prácticas sin el apoyo financiero de la familia, pero incluso casi la mitad (45%) de los que cobran dijeron lo mismo, ya que la remuneración no era suficiente para cubrir el coste de la vida. Por consiguiente queda claro que el acceso a unas prácticas en Naciones Unidas queda restringido a privilegiados. De hecho, el 67% de los que no cobran y el 52% de quienes sí lo hacen proceden de países de rentas muy altas. En un informe interno que realizó la Geneva Interns Association hace cinco años, sólo el 6,1% de los encuestados se clasificaban por debajo de la media en términos socioeconómicos. Resulta increíble que una institución del calado de Naciones Unidas, que entre sus objetivos en la agenda de desarrollo sostenible para 2030 estén los de reducir la desigualdad y asegurar unas condiciones de trabajo justas, permita que el 80% de sus trabajadores en prácticas no cobre. El 75% de los encuestados asegura que su pasantía en Naciones Unidas era de trabajo o una combinación de trabajo y aprendizaje. Por consiguiente, Naciones Unidas no respeta el principio de los derechos humanos de que el trabajo debe ser siempre remunerado, al margen del valor de la experiencia conseguida. La mitad de estos auxiliares no pagados aseguran que la experiencia, aunque fuera valiosa, les ha originado una carga financiera. Andrés Velázquez andres@hispanidad.com