• El plan energético 2018-2020 prevé inversiones de 400 millones para mejorar la eficiencia de las plantas.
  • Confirma un generoso dividendo a mayor gloria de Enel, principal accionista (70%): 4.120 millones en tres años.
  • Ojo, a pesar de reducir los objetivos de Ebitda y beneficio para 2018 y 2019.
  • Insiste en la inviabilidad de algunas plantas térmicas e invertirá 300 millones en las eficientes (carbón importado).
Endesa, que preside Borja Prado (en la imagen), presenta este miércoles la actualización del plan estratégico 2018-2019, con el mismo foco que el anunciado ayer martes por la matriz, Enel (70%): el atractivo del dividendo para el inversor. Obviamente, el principal beneficiado será la italiana, que se embolsa por esa vía 1.008,7 millones, este año, una cifra que aumenta a 4.120 millones con tres años. Eso y confirmar que Enel ha hecho un negocio redondo desde que compró Endesa es lo mismo, pero no viene al caso en estos momentos. La política del dividendo, eso sí, sigue el criterio de un pay out del 100%, a pesar que la eléctrica corrige a la baja las previsiones de Ebitda y beneficio para los dos próximos años. Más de lo mismo sobre el vaciamiento de Endesa por la italiana. El pago al accionista quedaría en 1,32 euros por título (2017) y 1,33 (2018), mientras el resultado bruto de explotación, desciende de 3.500 a 3.400 millones en 2018 y en 2019, de 3.700 a 3.500 millones. ¿Beneficio? Baja del 1.500 a 1.400 millones en 2018 y de 1.700 a 1.500 millones en 2019. La razón está en las menores ventas de gas y electricidad, la reducción de márgenes en comercialización de gas y en el negocio eléctrico liberalizado. El plan estratégico va unido a un momento concreto, bastante conflictivo por beligerancia mostrado por el ministro de Energía, Álvaro Nadal, con relación al cierre de plantas eléctricas. En ese punto, Endesa coincide con Iberdrola en criticar la posición de Nadal -así consta en las alegaciones presentadas en septiembre por las dos eléctricas- por la amenaza que implica a la libertad de empresa, al margen del cambio de cromos en la titularidad que puede implicar que entre en subasta, por ejemplo. La postura de Endesa, sin embargo, contradice la de Iberdrola respecto a las centrales nucleares. Informábamos ayer, en concreto, de la propuesta de Galán a Nadal para el cierre "ordenado" de la nuclear antes de 2034. Endesa mantiene su apuesta "la operación nuclear a largo plazo", al tiempo que tiene en cuenta la capacidad de esa fuente de energía, junto a la renovable o la térmica, para garantizar la seguridad del suministro. En concreto, el plan sitúa en 400 millones las inversiones para mejorar la eficiencia y seguridad de las plantas nucleares, en los dos próximos, "mediante la mejora continua de la seguridad y eficiencia" con "el fin de garantizar un suministro firme competitivo y libre de emisiones". Para las centrales térmicas de carbón, otro foco conflictivo con Nadal, la inversión prevista en menor, 300 millones. El fin, en cualquier caso, es "adaptar el carbón a las mejores prácticas medioambientales". Recuerden el mosqueo de Nadal cuando Endesa anunció el cierre, antes de 2020, de las plantas de carbón de Compostilla (León) y Teruel. Sus razones ya están dadas: son inviables por las inversiones que exigen para adaptarlas a los objetivos medioambientales. Otra cosa es el rechazo de Nadal. La realidad es distinta en las centrales que utilizan carbón importando, como las de Almería o As Pontes (La Coruña). Es a ese tipo de plantas a las que se refiere Endesa en el plan estratégico, al tiempo que reafirma su propósito de descarbonización total de su mix en 2050. Por lo demás, los objetivos de Endesa están en línea con las anunciadas ayer martes por Enel: la digitalización (con una inversión de 1.300 millones y un ahorro de 250 millones), y el desarrollo de capacidad en energías renovables (939 megavatios adicionales). Rafael Esparza