• La difusión de cinco vídeos aumenta las sospechas sobre la venta de tejidos y fetos abortados y levanta un agrio debate en el país.
  • En la diana, Planned Parenthood, la organización abortista más activa, que recibe cuantiosos fondos públicos.
  • Las imágenes le parecieron "perturbadoras" a Hillary Clinton, pero no quiere que se retiren las ayudas.
  • El debate ha encendido las filas republicanas y está en las dos cámaras, la de Representantes y el Senado.
Han bastado sólo cinco videos de la organización americana pro vida The Center for Medical Progress para provocar un airado debate en EEUU sobre el turbio negocio que rodea al aborto. La polémica está ahora en la venta de tejidos y órganos de los bebés abortados. En el foco de todas las miradas está Planned Parenthood, una de las organizaciones abortistas más emblemáticas. Pero el debate ha entrado también en los medios de comunicación y en terreno político. Ya saben que demócratas y republicanos están en campaña para elegir a sus candidatos. La historia comienza no hace mucho, con la grabación y posterior difusión de unas imágenes que los miembros de The Center for Medical Progress tomaron con cámara oculta en sede de Planned Parenthood. Fingieron estar interesados en comprar tejidos y órganos de fetos abortados y se encontraron con declaraciones sorprendentes, por desagradables, de directivos de esa organización. Se oyen lindezas de esta naturaleza: "Somos ya muy buenos en sacar corazón, pulmón o hígado. No voy a aplastar esa parte, voy básicamente a aplastar más abajo, o más arriba, y voy a ver si puedo tenerlo todo intacto". Así se explica, con esa naturalidad, la doctora Deborah Nucatola, por ejemplo, que añade que venden esos tejidos y órganos "a un precio razonable", entre 30 y 100 dólares, "dependiendo de la instalación y de lo que implica". Menos mal que al principio se avisa de que el contenido es bastante perturbador. En otros vídeos se muestra, en fin, a directivos de Planned Parenthood discutiendo, de una forma bastante desenfada por cierto, sobre una supuesta red de tejidos y órganos de fetos abortados. En fin, si tienen hígados pueden ver esos vídeos. Están colgados en el propio portal del Centro para el Progreso Médico. Tienen también esos mismos videos con subtítulos en español. Son cinco en total. Las imágenes desvelan, sobre todo, la tragedia que esconde una sociedad acostumbrada ya a negar la vida, con el aborto, a millones de niños. Y a eso se añade, ahora, la confirmación de que hay un negocio lucrativo para comerciar con los órganos o las partes saludables de esos mismos bebés. Los nazis también hicieron lo mismo, experimentando con cuerpos de adultos y niños sin cuestionarse lo inmoral de esa atrocidad. Es una consecuencia más del relativismo que impera y que confunde derechos con tragedias y vida con muerte. Por supuesto, Planned Parenthood negó la veracidad de las imágenes, dijo que estaban sacadas de contexto, añadió que no venden los tejidos sino que los donan para la investigación médica (qué gran contradicción), y se defendió, una vez más, como el principal proveedor de servicios de salud reproductiva en EEUU (qué gran eufemismo para definir los abortos y los anticonceptivos) La reacción de Planned Parenthood tiene su lógica: lo que está en juego si se demuestra es algo tan simple como las jugosas subvenciones públicas que recibe esa organización. El tráfico de tejidos y órganos fetales, lucrándose con ello, está tajantemente prohibido en la legislación americana. El debate saltó después a la prensa y, dependiendo del color, apostaron por los provida o por los abortistas. The Washington Post, por ejemplo, salió en defensa de Planned Parenthood que "tanto ha hecho para cambiar la historia de Estados Unidos". Y ensalzaba, para más coña, la revolución sexual emprendida por la fundadora de Planned, Margaret Sanger. ¡Qué cosas! La polémica aterrizó finalmente en la arena política. Una vez conocidas las imágenes, los republicanos reaccionaron con indignación, cuestionando las subvenciones a una organización que atiende a 2,7 millones de pacientes y cuenta con 700 centros para esa salud reproductiva. También obligó a pronunciarse a la aspirante demócrata, Hillary Clinton, que no le quedó otra que admitir que los videos eran ciertamente perturbadores, pero no se pronunció en contra de retirar los fondos públicos a Planned Parenthood . En esas está precisamente el debate actual. Las ayudas han superado el escollo en la Cámara de Representantes, pero su continuidad depende del visto bueno del Senado. Por supuesto, la Casa Blanca, con el nada sospechoso Obama al frente, ha dicho que los videos son obra de "extremistas" (sic) y ha prometido vetar cualquier ley que busque eliminar los fondos a Planned Parenthood. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com