El Congreso de los Diputados aprobó ayer, con la única oposición de PP y sus socios Foro Asturias, Unión del Pueblo Navarro (UPN) y Coalición Canaria, la toma en consideración de la proposición de ley remitida por el Parlamento de Cataluña para reformar el Código Penal y despenalizar la eutanasia y el suicidio asistido. Una decisión que, en la práctica, supone un primer paso para regular estas prácticas, dice La Nueva España.

En total, la propuesta ha recibido 175 votos a favor, 136 en contra (procedentes de las filas del PP y de Unión del Pueblo Navarro), y 32 abstenciones (de los diputados de Ciudadanos). Había siete diputados ausentes en la votación.

En ese contexto, la asociación católica E-Cristians (e-cristians.cat) ha advertido en un comunicado de las graves consecuencias morales, jurídicas y sociales de la eutanasia.

Este es el Comunicado de E-Cristians:

1. La vida es el derecho humano fundamental porque de ella dependen todos los demás derechos. La sociedad ha visto con el paso del tiempo que la muerte nunca es solución, ni siquiera para condenar los crímenes más abyectos.

2. Luchar contra el sufrimiento humano es una prioridad irrenunciable. En el caso de las enfermedades y de la fase terminal de la vida este sufrimiento se hace presente. De hecho se hace presente en muchos otros momentos de nuestra existencia. El final no tiene por qué ser más doloroso que en otra ocasión en la que hemos pasado por una enfermedad difícil, un accidente grave o hemos perdido una persona muy querida.

Para estas situaciones, es evidente que el homicidio no es una solución. Tampoco tiene por qué serlo en el período final. En otras épocas combatir el dolor era costoso y difícil, y en ocasiones imposible. Hoy la situación es radicalmente diferente. Las atenciones paliativas universales cuando son generalizadas pueden garantizar un final plenamente digno.

Legalizar la eutanasia es una pendiente deslizante y peligrosa

3. La eutanasia en los países donde se ha aprobado presenta graves problemas. Uno es el abuso y arbitrariedad en el uso de la ley. En un país como el nuestro donde el fraude de ley y la corrupción son enormemente extensos nos parece de una imprudencia radical el que se apruebe una norma de este tipo. “Hecha la ley, hecha la trampa”; es una expresión muy nuestra.

4. Legalizar la eutanasia es una pendiente deslizante y peligrosa. En 2016 en Holanda hubo una iniciativa para legalizar la eutanasia para las personas cansadas de vivir, que sentían que su vida había llegado a su fin, aunque no enfermas. No prosperó por falta de acuerdo de la mayoría parlamentaria, concretamente por la oposición de la Unión Cristiana. Pero no se descarta que sus partidarios no lo vuelvan a intentar cuando tengan la mayoría necesaria.

5. La eutanasia presenta también otras múltiples contraindicaciones. Se utiliza para resolver problemas de sufrimiento psicológico y soledad, es decir, de déficit de solidaridad en nuestra sociedad que así quedan enmascarados, se convierte en una manifestación más de la desigualdad porque quien se acoge a ella es mayoritariamente la población de más bajos ingresos.

6. La opción de la muerte asistida no puede ser favorecida desde el ordenamiento jurídico considerando que éste tiene como principal finalidad, la promoción y el sostenimiento de la vida humana en todo lugar, tiempo y situación.

Conceptualmente toda muerte no natural es existencialmente un hecho indeseable que nunca puede ser espoleado. Significa reconocer que socialmente el amor no tiene cabida en la vida humana, e implica a la vez que la propia medicina tiene un componente mórbido, que no deja de ser otra contradicción.

7. En una sociedad envejecida como la nuestra, con un sistema público de pensiones en crisis, la eutanasia se convertirá en un formidable instrumento de presión familiar y social para que las personas mayores descartadas, como dice el Papa Francisco, se acoja a su práctica porque en definitiva la decisión de provocar la muerte obedece sobre todo a causas psicológicas y sociales.

Afirmamos que la alternativa humana a la eutanasia es la universalización de la atención paliativa y la construcción de una sociedad más solidaria y atenta a las necesidades de acompañamiento de muchas personas, en especial de aquellas que el único mal que sufren es el de la soledad.