• Alemania trina contra la política monetaria de Francfort y torpedea los cambios en el BCE.
  • El programa de compras QE puede bajar de 60.000 a 30.000 millones de euros mensuales pero se alargará otros nueve meses.
  • Paradójicamente, el FMI alerta del riesgo de viabilidad de los bancos sistémicos por culpa de la política monetaria.
  • Los tipos en mínimos y el océano de liquidez han dejado sin márgenes a las entidades y acabado con la banca corporativa.
Alemania está decidida a torpedear al presidente del BCE, Mario Draghi (en la imagen), empecinado en mantener a toda costa su política monetaria en los dos frentes que más daño han hecho a la banca: el océano de liquidez creado a base de fabricar dinero y los tipos de interés en mínimos históricos (0%), lo que le deja sin márgenes a la banca. Aparece ahora, sin embargo, una variante en uno de esos ejes, el programa de compra de activos (QE), que podría el BCE podría reducir a la mitad desde los 60.000 millones de euros actuales. Es lo que anunciaría, si se cumple, en la próxima reunión de política monetaria, el 26 de octubre. Con todo, no sería un cambio drástico. Si bien bajaría el volumen (30.000 millones), ampliaría el plazo nueve meses más a la fecha prevista para que termine: de finales de 2017 a muy avanzado 2018. En Alemania, mientras, trinan contra la política monetaria de Draghi. No sólo por la presión ejercida hasta ahora por el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, que se aparta de la primera línea de fuego (para presidir el Parlamento), sino desde el propio Bundesbank (banco central alemán). El último toque se lo ha dado su presidente, Jens Weidmann, que le ha dado en los dos frentes: ni los tipos de interés en mínimos deben seguir, por un lado, ni los programas de compra de activos, por otro, deberían desaparecer "de manera rápida y consistente". La posición germana, en cualquier caso, es clave, porque podría dificultar los cambios de Draghi, teniendo en cuenta los cambios en el Consejo del BCE. Eso obligaría a Draghi a compartir decisiones con compañeros incómodos. Paradójicamente, es en este contexto en el que ha llegado la última advertencia del FMI sobre el riesgo que corren un tercio de los 30 bancos considerados sistémicos de no ser viables con las rentabilidades actuales. El causante de ese riesgo no es otro, en el caso de los europeos, que la política monetaria del BCE. Las medidas de Draghi han castigado a la banca por doble vía: con los tipos en mínimos, que le ha dejado sin márgenes, y sacudiendo su actividad de banca corporativa (crédito a empresas), con su programa de compra masiva de activos (deuda pública y corporativa). El FMI ha incluido en esa lista negra, en concreto, a grandes bancos europeos como el germano Deutsche Bank, el británico Barclays, el italiano Unicredit o el grupo francés BPCE (Natixis). Ajeno a esa crítica, sin embargo, Draghi insiste en mantener su política porque el fruto ha sido más grande que el daño. "Las medidas extraordinarias aplicadas por el BCE han traído más ventajas que perjuicios", ha señalado. Ha concluido esta misma semana, es más (documento del 9 de octubre), que el riesgo de tipos de interés se gestiona de forma adecuada por la mayoría de las entidades de crédito europeas. O lo que es lo mismo, seguirá con esa política, cuando en EEUU, la Reserva Federal ya ha salido de esa senda (aunque muy poco a poco). Rafael Esparza