• El 'océano de la liquidez' occidental y los salarios bajos de los emergentes: cóctel explosivo para una nueva crisis.
  • La devaluación del yuan ha provocado devaluaciones en cadena, porque los emergentes siguen dependiendo de sus exportaciones.
  • Economías como la china o la india, tan alabadas, siguen adelante gracias a la explotación laboral. No representan ningún recambio.
  • Y lo malo es que el comercio mundial se resiente de la caída de las 'nuevas' monedas.
  • Mientras, Occidente sigue fabricando dinero y tensando la cuerda.
  • En otras palabras, la competitividad del Tercer Mundo sigue basándose en salarios de  supervivencia.
  • En la crisis de 2007 se creó una burbuja bancaria, el peligro de 2015 es una burbuja financiera, del conjunto de los mercados.

La devaluación de Kazajistán no asusta tanto como la del yuan chino, pero lo cierto es que forma parte de una cadena de devaluaciones por todo el mundo, producto de dos virus: la continua producción de dinero en Occidente (el océano de la liquidez) y el modelo económico de los países emergentes -los alabados emergentes-, países que fían todo su potencial a unos salarios de mera supervivencia y un consumo que sigue siendo tercermundista. En plata, que las admiradas China e India siguen siendo fruto de unos sueldos de supervivencia. Llega un momento en que toda su potencia exportadora se resiente porque el consumo interno no funciona y porque todavía hay tanto barreras arancelarias como crisis de consumo, también en Occidente (aunque en otro nivel de vida más alto). Conclusión, China se ve obligada a devaluar su moneda para poder seguir manteniendo sus exportaciones. Al final, China e India son países donde la economía nacional marcha bien y las economías particulares marchan fatal. ¿Y Occidente? Occidente a lo suyo: fabricar dinero y moverse en un océano de liquidez que ha depreciado hasta el concepto mismo de dinero. Estados Unidos y Europa han creado una especie de nube monetaria, perdida en una internet llamada mercados, en la que las economías viven para el prestamista en lugar de para el productor. El problema llega cuando el prestamista no encuentra prestatarios, en la que el ahorrador no encuentra proyectos productivos donde invertir. La combinación de esos dos elementos (océano de liquidez en Occidente y explotación laboral en los emergentes) se está reflejando en la actual crisis de divisas, en este caso por devaluación de las mismas. Pero el peligro no está ahí, el peligro está en que entre un Tercer Mundo que no logra crear una clase media (hay archi-ricos y medio-pobres, pero no pequeños propietarios) y un Occidente financista, empleado en que la productividad no consiste en fabricar productos sino en fabricar dinero, estamos en puertas de una crisis mundial que sería mucho peor que la de 2007. En aquella fallaron los bancos, convertidos en una burbuja; aquí falla la globalidad de los mercados convertidos en la super-burbuja. Y todo ello presagia una crisis económica mundial mucho más profunda que la de 2007… que ya es decir. Eulogio López eulogio@hispanidad.com