• Las dudas sobre la economía del gigante asiático se 'cuelan' en la reunión de los principales bancos centrales.
  • Pero en Wyoming (EEUU) no estarán los representantes de los países en los que está el problema: China o los emergentes.
  • En Jackson Hole preocupan, sobre todo, las turbulencias financieras, más que el desgaste del modelo chino.
La de Jackson Hole no es una cita cualquiera. Se celebra siempre en verano en Wyoming (EEUU) y reúne a los gobernadores de los principales bancos centrales y a ellos se unen, para el debate, los ministros de Economía o los financieros más acaudalados. El encuentro comienza este jueves y se prolongará hasta el domingo, pero no asisten ni la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, aunque sí su vicepresidente, Stanley Fischer, ni el presidente del BCE, Mario Draghi. No importa, esa reunión marcará, como suele ocurrir, muchas de las pautas para interpretar la realidad económica. Es una cita de referencia, como Davos, pero con menos glamour. Por eso Estados Unidos no quiere soltarla: es una marco de influencia notable para los principales actores de la economía mundial. Y eso que no asisten, dicho sea de paso, los bancos centrales de los países en los que está el epicentro de la inquietud en estos momentos, como China o India, segunda y tercera economías mundiales. Pertenecen a otros sistemas económicos, argumentan. A juzgar por el título del simposio de este año -Dinámicas de inflación y política monetaria-, se hablará mucho de las tensiones de los precios o el cometido en su contención de los bancos centrales. Eso, en teoría. También es inevitable que China gravite en la reunión. Las dudas sobre su economía son razonables y existe un riesgo de contagio para que la crisis económica sea global. Pero ninguno de los gurús reunidos en Jackson Hole dirá la verdad de lo que necesita hacer China para salir del impase en el que se encuentra. El problema está en los sueldos de miseria que se pagan en ese país, lo cual ni favorece el consumo ni ayuda a la creación de una clase media como soporte de la economía. En la cumbre de Jacskon Hole del año pasado el tema central fue el mercado laboral y lo que se oyó entonces fue la receta de siempre: que la precariedad laboral y los sueldos bajos son inevitables para que las economías crezcan. Contra la sangría del paro, según los grandes gurús, no se podía actuar entonces tan rápido como cuando se trata de ayudar a los mercados financieros. Los sueldos bajos, llegó a decir Yanet Yellen, son cosas que pasan cuando hay muchas personas que quieren trabajar y no hay trabajo para todos. ¿Se imaginan, entonces, algún tipo de receta en ese sentido para China? La realidad, en cualquier caso, es como es y muestra el distinto diapasón en el que se mueven las dos principales economías del mundo en estos momentos. Los últimos indicadores muestran que EEUU ya se ha recuperado de la última crisis, de naturaleza financiera, mientras China, que no la padeció, está ahora en la situación contraria: ya no crece como necesita para evitar la inestabilidad social y eso es lo que más teme el régimen comunista. Si la tasa de paro, que se ha contenido en un 4% durante estos años, superara el 7% ó 10%, la inestabilidad es inevitable. ¿Cómo ha logrado que eso no suceda hasta ahora?: a base de grandes inversiones en infraestructuras y potenciando las exportaciones. Pero el modelo ha comenzado a agotarse y crecer al 7% es una "fantasía", como ha dicho este jueves al magnate Wang Jianlin. El también accionista del Atlético de Madrid ha añadido que "China debe apostar por el consumo y va en la dirección contraria". Para contrarrestar esa tendencia y aumentar las exportaciones, el Banco Popular de China está disparando su artillería -la devaluación del yuan o el recorte de los tipos de interés- pero no están recogiendo los frutos deseados. ¿Lo logrará? Todo esto gravitará también sobre Jackson Hole, pero sólo por el efecto que puede tener en los mercados financieros. Occidente es así. La montaña rusa bursátil provocada por China estos días es sólo un pálido reflejo. Es China también la que ha trasladado a un cierto suspense en la política monetaria de EEUU. La decisión de la Fed de subir los tipos de interés en septiembre ya no está tan clara como antes de agosto y todo parece indicar que esperará a que los mercados se estabilicen. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com