• La Constitución de 1978 siempre es susceptible de empeorar.
  • Quienes hablan de cambiarla exigen más descentralización. Es decir, más burocracia.
  • Además de introducir la segunda oleada de derechos humanos, propia del Nuevo Orden Mundial (NOM).
  • Que no son derechos pero resultan inhumanos.
  • En el entretanto Urkullu pide cupo para todos. Así se diluiría España.
A veces pensamos que los nacionalistas catalanes y los vascos quieren marcharse de España pero yo diría que lo que quieren es quedarse dentro y destrozarla. Por ejemplo, el lehendakari -nacionalista vasco- además de extorsionarnos al resto de los españoles con el cupo vasco y la venta de sus cinco diputados (tampoco son tantos, pero Rajoy está rendido al vasco) pide al resto del país que asuma el cupo vasco. ¡Pero qué listo que es Urkullu! Sin Hacienda central, el conjunto de los españoles dependerían de los sátrapas regionales, como en este momento depende de los gobiernos autonómicos en Navarra y Euskadi. Y sin fisco, ¿cómo es posible financiar cualquier factor de unidad, desde el ejército a la televisión pública? Sería, sencillamente el final de la nación española. Pero sería algo más: sería reafirmar el poder del Estado, de lo público, el gran mal de nuestro tiempo, sobre la propiedad privada pequeña, que es la que ofrece garantía de libertad individual. El sector público lleva creciendo desde el final de la II Guerra Mundial y sencillamente ahoga  a los individuos y a las familias. No sólo nos aplastan los impuestos: nos aplasta la burocracia del Estado. Eso es exactamente lo que quiere Urkullu en vísperas del trigésimo noveno aniversario de la Constitución. Ahora bien, lo malo es que pretenden reformarla hacia una mayor descentralización, es decir, una mayor burocracia. Casi mejor la dejamos como está. No sólo eso, también pretenden introducir en el nuevo texto la segunda oleada de derechos humanos, que no son derechos pero resultan muy inhumanos. Ya saben, aborto, ideología de género, acabar con la familia natural, etc., etc., etc. Casi se quede como está. Eulogio López eulogio@hispanidad.com