• Pero nadie le pregunta por ello. A lo mejor es que la corrupción ha dejado de interesar a la oposición.
  • Ambiente luctuoso en el Consejo de Ministros. La vicepresidenta, como Rajoy, piensa que los españoles son unos ingratos.
  • El testamento de Guindos: la economía española va bien, las economías familiares no tanto.
  • Guindos afirma que no hay otra crisis global, sólo una desaceleración mundial. Lo mismo se decía en 2007.
  • Méndez de Vigo confunde los colegios con las penitenciarías.
  • Y se equivoca en lo mismo que todos los políticos: los gobiernos no educan: su cometido consiste en financiar la educación.
Consejo de Ministros del 22 de enero. Horas antes, Pablo Iglesias, con su pedantería acostumbrada, había entronizado a Pedro Sánchez, el líder socialista de los 90 diputados, a la categoría de presidente del Gobierno. Ambiente luctuoso en el Gobierno, donde hasta Soraya Sáenz de Santamaría (en la imagen, junto a Luis de Guindos e Íñigo Méndez de Vigo) se abalanza a asegurar que el PP sólo tiene un candidato, Mariano Rajoy. Claro, hermosa, es que a estas alturas ningún miembro del PP, tampoco tú, puede aspirar a la Presidencia. O, al menos, eso parece. El ambicioso Sánchez y su futuro verdugo, Iglesias, no piensan dejar pasar la oportunidad. Ambiente luctuoso en el Gobierno y, encima, con problemas para la vicepresidenta. A ver, esta ha sido la legislatura de la corrupción para el PP. Interesada, ciertamente, pero no por ello se ha reducido el acoso político y personal. En todo caso, Soraya había salido inmaculada hasta el momento, a pesar de que, dado el nivel de puritanismo interesado que se ha creado en la sociedad española, podría haber sido tan condenada como Rajoy o como cualquier otro. Y ahora resulta que, por el caso Acuamed, en la recta final le dimite el subsecretario de la Vicepresidencia, Federico Ramos. ¡Ay, Soraya! ¡Tú que te ponías siempre de perfil! Pero no se apuren. A la oposición dejará de importarle lo de la corrupción por la misma razón por la que a la izquierda española nunca le ha importado demasiado la honradez. No era más que materia prima de trabajo para echarla en la cara del adversario. Lo de la regeneración no se lo creía nadie. En cualquier caso, a Sáenz de Santamaría se le ha muerto el gato. Ambiente lúgubre en Moncloa y en el Ejecutivo. Ambos, Soraya y Rajoy, consideran que los españoles son unos ingratos. Por lo demás, ni en estos momentos finales estalla Soraya: en lugar de acusar a Pedro Sánchez de apoyarse en el comunismo totalitario y bolivariano de Iglesias, sus propios complejos le obligan a hablar de algo que desean los españoles que, según ella, es "tranquilidad". A estas alturas venir con esas, cuando tienes delante a un Frente Popular marxista que puede llevar a España a una guerra civil… Habla Luis de Guindos, ministro de Economía, que se va del Ejecutivo, siga o no siga Rajoy. Y hace un buen estudio de lo ocurrido en la economía española durante estos cuatro años. Se lo resumo: el testamento económico de Rajoy es éste: la economía española va mejor pero las economías familiares van peor. Rajoy ha conseguido que la balanza de pagos mejore, y eso es bueno; ha conseguido que el déficit público mejore, y eso es bueno, pero lo ha hecho a costa de salarios bajos y una deuda pública alta. Con menor coste sí, pero cada vez más gruesa. El empleo no ha mejorado ni empeorado, pero los salarios han bajado. Pónganle ustedes nota. Llega Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación, quien, al parecer, se equivocó de cargo: parece el director general de Penitenciarías. Nos habla de violencia escolar, teléfono contra el acoso, registro de pederastas, pacto de convivencia escolar, observatorio contra la violencia: no habla de reclusos, habla de escolares. Tampoco se asusten. Lo que le ocurre a Méndez de Vigo es lo que le ocurre a un montón de políticos: piensan a que a los niños les educan los gobiernos, en lugar de padres y profesores. No hombre no, a los gobiernos sólo les corresponde una labor: financiar la educación. Eulogio López eulogio@hispanidad.com