• Y la situación se tensa, tanto en el partido como en el Gobierno.
  • Cada vez cuesta más que los ministros den la cara los viernes.
  • En este ambiente. De nada vale el ridículo de Sánchez ante Tsipras, las purgas en Podemos o las contradicciones constantes de Ciudadanos.
  • El problema es la tibieza del PP, que ha perdido sus principios cristianos.
Consejo de Ministros del Gobierno en funciones, a 18 de marzo de 2016. A medida que se difuminan las posibilidades de que Mariano Rajoy forme gobierno el ambiente se tensa más en Moncloa y los reproches se multiplican en el PP. Y es que Mariano Rajoy, ha perdido su flema galaica y cada vez se le 'lengua la traba' más y peor, y a veces hasta se le traban las ideas. Razones no faltan. A fin de cuentas no es normal lo que está ocurriendo con los eres en la Andalucía del PSOE, sin duda el caso más grave de corrupción de la España actual, pero que pasa totalmente desapercibido. Por no hablar del ridículo de Pedro Sánchez ante Alexis Tsipras, suplicando ayuda para pactar con el comunista Pablo Iglesias. Como no lo es que las purgas estalinistas de Podemos (ya sólo les falta el Gulag) o su financiación externa iraní y venezolana, o lo más grave de todo, la condena de Rita Maestre por atentar contra los derechos fundamentales de la persona (mucho más grave que los casos de corrupción), sin que haya planteado su dimisión de forma inmediata, pasen inadvertidos. Bueno, la verdad es que esto a la vicepresidenta y portavoz del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (en la imagen junto a Montoro), le importa más bien poco. Ella no cree que sea tan grave profanar una capilla y ponerse en sostén ante el Santísimo Sacramento. Los católicos, que son muy susceptibles y se cabrean por nada. Sencillamente, la tibieza del Rajoy durante toda una legislatura ha llevado a que, desde el punto de vista ético, la política del PP no sea ni buena ni mala sino que no existe. Y entonces el personal le ha devuelto la misma moneda: a mí también me es usted indiferente. También cuando lo hace bien. Soraya salió a escena este viernes 18 con ganas de bronca -cuando está de mal humor lo pagan los catalanes-. Al final se enzarzó en una polémica con Cataluña que ya no interesa a nadie salvo al nacionalismo catalán, cada día más narcisista, y a los centralistas del PP, que también han contribuido a fastidiar la operación. Salió acompañada de Cristóbal Montoro que estuvo bien. Prometió que todas las administraciones españoles pagarían sus deudas el mismo momento en el que al jetas de Oriol Junqueras viene a Madrid a pedirle que le salven de la ruina. Precisamente a Madrid, que tantos años lleva robando a Cataluña. Montoro también salió para explicar la nueva oferta de empleo público. Nada menos que 13.427 plazas. Eso sí, se llevan la palma profesiones como policías, vigilantes de prisiones, inspectores de Hacienda e inspectores de trabajo. Con los informáticos parece la viva imagen de un Estado represivo, sea para que no te pases o sea para meterte la mano en el bolsillo. Este es el ambiente en Moncloa, también en Génova, cada día son menos los que creen que el PP pueda volver a gobernar. Y no entienden por qué. Quizás sea porque no han sido fieles a sus propios principios, que antaño eran principios cristianos. Pero de eso hace mucho tiempo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com