De repente, el discreto presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, se destapa en la prensa internacional con una posible fusión entre Bankia y BBVA, un asunto que adelantará Hispanidad hace más de 15 meses. Luego han dicho que no lo dijo, que es lo que se dice cuando realmente se ha dicho. 

En el entretanto, Goiri calienta la acción para la venta o para una fusión.

Pero Francisco González (FG), el presidente del BBVA también ha dicho lo suyo: mi sucesor no será Goiri. Más que nada porque FG echó a Goiri, su ceo en BBVA, de malas maneras, según costumbre, y ahora no le apetece que vuelva al hogar del que se le expulsó como sucesor al trono.

Por de pronto, para poder lanzar un paquete a Bolsa en buenas condiciones.

En definitiva, prosiguen las grandes mentiras: FG asegura que ha decidido jubilarse en octubre de 2019, a los 75 años de edad. Mentira: le han obligado. En concreto, el Banco Central Europeo (BCE) que no le admite más prórrogas. Pero no le sucederá Goiri y se resistirá a una fusión con Bankia, algo que le gustarái, por ejemplo, al Gobieno de España. Tanto Guindos como Escolano apoyan esa fusión que, además, tiene una razón de Estado: el BBVA está justo en la frontera antre la gran banca y la banca sistémica, un escaño superior. Bankia le haría engordar lo suficiente para que volviera a ser considerado eso: una entidad sistémica. Ahora mismo, sólo el Santander posee tan honrosa condicion.

Al tiempo, Goirigolzarri hace declaraciones como las antedichas, también para calentar el valor. Porque el problema es que Bankia vale poco en bolsa, poco para que el Gobierno recupere, vía bolsa, una parte sustancial del dinero que aportó para el saneamiento de Bankia y pocas para mantenerse en pie delante del BBVA que, como todos los grandes bancos europeos, no es un buen banco pero es mucho más grande. 

Y devolver parte del dinero púbico empleado en el saneamiento.

En resumen, el BCE fuerza el retiro del presidente del BBVA pero éste no lo hará vía fusión con Bankia. Al menos, mientras pueda evitarlo.  

Por cierto, mientras los banqueros continúan pegándose por el caramelo, los fondos se llevan todos los caramelos y hasta los envoltorios. Y cuando se acaben de pelear, a lo mejor descubren que les han quitado el ring, el suelo, el santo y la limosna. Con toda la trasparencia de los fondos (o de los google), naturalmente, que no en vano reciben el nombre de banca en la sombra.