• Ironías del sector, cuando compiten entre sí, Axiare (con Colonial dentro) y Colonial (controlada por Qatar).
  • La guerra es entre fondos, tras el espacio dejado por Grupo Villar Mir o el viejo aliado de Axiare, Perry Partners.
  • López Herrera-Oria, histórico del ladrillo, sigue adelante y amplía la cartera de activos a 1.100 millones.
  • Lo último, la compra de la sede de McKinsey, en el centro de Madrid, por 41 millones.
Axiare crece, según sus planes, en pleno enfrentamiento con Inmobiliaria Colonial, principal accionista, con el 15,01%, pero un socio incómodo, lo que arroja no pocas luces sobre la especulación en el sector inmobiliario español. Este miércoles, la socimi ha anunciado a la CNMV la compra de otro edificio emblemático en el centro de Madrid, la sede corporativa de la consultora McKinsey por la que paga 41,8 millones. ¿Dónde está el interés informativo? En lo que subyace. Por un lado, es un paso más en la apuesta de Luis López de Herrera-Oria (en la imagen), un histórico del ladrillo español, al frente de Axiare desde julio de 2014, cuando salió a bolsa. A principios de año, el valor de los activos inmobiliarios de Axiare era de 858,8 millones de euros, ya está en los 1.100 millones y su objetivo es llegar a los 1.500 millones. Tiempo al tiempo. Cuenta ahora, de hecho, con 200 millones para cerrar nuevas adquisiciones como la de la sede McKinsey. Paradójicamente, la estrategia de López de Herrera-Oria (en la imagen a la izquierda junto a Bruguera) ha chocado con la presencia en su capital de Inmobiliaria Colonial, un "competidor", como ha denunciado la socimi, pero que controla un 15% del capital desde el 17 de octubre. Pero ese asalto "por sorpresa" de Colonial, que preside Juan José Bruguera, tiene la misma lógica con la que actúan los fondos de inversión (hoy entro, mañana me marcho), verdaderos protagonistas de la nueva burbuja en el sector. Y esa es la doble cara de la moneda que se mueve en este sector. López de Herrera-Oria se apoyó en uno de esos fondos, Perry Partners, que decidió vender su parte y Colonial decidió comprarla. Pero si observan el sector a vista de pájaro, comprobarán que es un episodio más dentro de la misma colonización del sector que se repite en otras sociedades inmobiliarias cotizadas (Merlin Properties, Hispania o Lar). La semana pasada, el temerario fondo Pimco hizo lo mismo en Lar España. También Colonial está controlada básicamente por fondos de inversión. Desde que el Grupo Villar dejó de ser el principal accionista de la inmobiliaria, al vender en junio el 5% -necesitaba liquidez para arreglar la deuda de OHL-, ocupó su posición el fondo de la autoridad catarí, Qatar Investment, hoy accionista de referencia (13,3%), por delante del Grupo Villar Mir (10,6%) y otro fondos de inversión (Deutsche Bank, BlackRock, Fidelity o Invesco), como consta en los registros de la CNMV. La nueva burbuja, ahora, está en el alquiler, los activos con los que están hinchando su cartera las socimis (edificios de oficinas, centros comerciales, hoteles y naves industriales). Es el último paso después de salir a bolsa -para captar más dinero- y con la ayuda de fondos sin ninguna voluntad de quedarse: se irán cuando más les convenga, cuando hayan hecho su agosto. ¿Qué pasará después? Otra cosa es que López de Herrera-Oria sepa también donde se mueve. Llegó al sector cuando Juan Fernando Gómez Hall creó el equipo directivo en Prima Inmobiliaria (Testa). La etapa en Prima -que dirigió entre 1986 y 2002- fue más bien plana, para sus críticos. Después fundó la consultora inmobiliaria Rodex, que trasfirió luego su principal línea de negocio a Alza Real Estate, de la que Herrera-Oria fue consejero delegado hasta la constitución de Axiare Patrimonio. Rafael Esparza