• Ahora va a por los grandes apoyándose en su posición de dominio.
  • Ni siquiera busca tener marcas blancas. Es un comisionista.
  • Camina hacia el monopolio del comercio para imponer sus precios abusivos.
  • Y en el entretanto, es durísimo con su plantilla e intenta eludir impuestos, como hacen otros gigantes norteamericanos de internet.
Amazon está de plena actualidad. Sin ir más lejos, este miércoles ha anunciado que sus clientes de Prime Now en Madrid podrán comprar y pedir productos de alimentación de La Plaza, de Día y el Mercado de la Paz, y vinos de Lavinia. Todo con un plazo de entrega de una hora o en franjas de entrega de dos horas. Pero mucho cuidado porque no es oro todo lo que reluce, ni mucho menos. Es todo lo contrario. La empresa que preside Jeff Bezos (en la imagen) está destruyendo el pequeño comercio y lo está haciendo a gran velocidad. ¿Que cómo lo hace? Muy sencillo. Para empezar, exige una comisión del 15% del precio de venta al público (PVP) y otra comisión por lo que llaman la pasarela de cobro, esto es, por el 'servicio' de cobrar directamente a los clientes. Por supuesto, si quieres que el producto llegue empaquetado al destino, tienes que pagarlo y, cómo no, también hay que desembolsar otra comisión por el envío. ¡Ah! Y cómo no, también te cobran la publicidad que ellos mismos hacen de tu producto. Si a todo eso se añade el IVA (en la mayoría de los casos, el 21%), y el impuesto de sociedades -además de otros tributos-, el margen de beneficio para el pequeño comercio queda reducido al mínimo o, sencillamente, desaparece y se convierte en pérdida. Ojo, y no sólo eso. En cuanto los responsables de Amazon, cuando ven que un producto se vende bien, traicionan al vendedor. Lo tienen fácil porque poseen toda la información. No en vano, para poder colocar los productos en esta plataforma, hay que darles, por ejemplo, información acerca de los proveedores, las facturas, los pormenores de los productos, etc. Me dirán que lo que hace Amazon es lo mismo que hacen los grandes distribuidores como, por ejemplo, Mercadona, Carrefour, Dia o El Corte Inglés. No es lo mismo. Mercadona, por ejemplo, exprime a los proveedores y crea su marca blanca de tal manera que el pequeño productor deja de producir para sí y sólo produce para Mercadona. Pasa de propietario a proletario, pero mal que bien mantiene su trabajo. Con Amazon no ocurre así porque estamos hablando de un comisionista puro y duro. En cuanto ve que ya ha sacado todo el jugo posible al productor, encarga la fabricación de eso mismo directamente al fabricante, puenteando al vendedor. Y lo mismo ocurre con el fabricante: cuando ya no puede exprimirlo más, encarga ese mismo producto a otro fabricante que lo hace a mitad de precio. Eso sí, sigue vendiendo el producto como si fuera el mismo. Al final, destruye al vendedor y, si tiene que hacerlo, también al fabricante. En definitiva, Amazon camina hacia el monopolio del comercio online para imponer sus precios abusivos. Al fin y al cabo, el riesgo que corre es mínimo y la ganancia, enorme. Desde luego, no se puede comparar con Ebay o con Alibaba, que son meros distribuidores que no compiten con los vendedores. Un ejemplo: la cadena Toys "R" Us acabó a tortas porque le obligaba a vender más barato que en sus propias tiendas. Por cierto, al mismo tiempo que destruye al pequeño comercio, Amazon es durísimo con sus empleados. Por ejemplo, paga a 750 euros netos mensuales a un ingeniero de sistemas. Por supuesto, a jornada completa. Es uno de los problemas de reputación corporativa que afronta en estos momentos. Otro es de índole fiscal: como hacen otras multinacionales tecnológicas de EEUU, Amazon intenta eludir impuestos -por supuesto, por vías legales- alegando que la sede está en otro país, curiosamente, con impuestos más bajos. Después de todo esto se preguntarán: ¿Qué alternativa hay a Amazon? La estructura vertical, esto es, fabrica y vende tú mismo. Al fin y al cabo, esa es una de las grandes ventajas que ofrece internet. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com