• Ni tan siquiera ha presentado los resultados correspondientes al primer semestre.
  • Las duras condiciones que exigen los nuevos fondos condenan a la empresa a la asfixia financiera.
  • Conclusión: el Ceo reconoció que sólo puede pagar de momento al 60% de la plantilla por falta de liquidez.
  • Pero los fondos insisten: venda usted más más, aunque el grupo se resiste: no es el mejor momento.
Hay dos pruebas palmarias que explican, con matices, el impasse de Abengoa, cuyo futuro depende tanto de la propia empresa (en función de los activos que debe vender) y de los acreedores, en cuya mano está la solución al problema que estrangula al grupo andaluz, la deuda, del que depende su viabilidad. La primera, el mail enviado por el Ceo, Joaquín Fernández de Piérola (en la imagen), reconociendo que no disponen de la liquidez necesaria para pagar la nómina de julio a la plantilla. Sólo cobrará el 60%; para el resto, de momento, no hay dinero. Y no lo hay por la sencilla razón de la ausencia del esperado acuerdo con los acreedores para financiar la deuda. Sin él, no vendrá tampoco dinero nuevo. La segunda prueba de la delicada situación de Abengoa es la presentación de los resultados correspondiente al primer semestre. Ha pasado el 31 de julio y hemos entrado en agosto, pero del anuncio previsto, nada de nada. Bien es cierto que Abengoa puede aplazar hasta el 15 de agosto esa comparecencia, pero la presentación en plazo hubiera sido un buen síntoma de normalidad. Aunque esa normalidad, como saben, depende, a su vez, del acuerdo con los nuevos fondos, y éste, de momento, tampoco llega. Fondos con los que se negocia una aportación de 500 millones de euros (empezaron siendo 600 millones). A eso se añade otro matiz: que los ejecutivos que negocian ya están de vacaciones. O dicho de otro modo más gráfico: se han ido de vacaciones sin firmar el acuerdo. El fondo de este follón, ya me entienden, se lo hemos explicado en Hispanidad, y tiene varios frentes. En primer término, las condiciones de la refinanciación. Han cambiado los apellidos de los fondos de inversión dispuestos a prestar, pero no el apetito de usura. Los hedge funds no quieren un interés inferior al 25% global. Pero la salida de la crisis, en cualquier caso, exige dinero fresco para superar los problemas de liquidez, como para la nómina de julio. Y eso pasa también por la venta de activos, la gran exigencia de bancos y fondos. ¿Qué está sucediendo? Que la empresa y los acreedores no tienen la misma prisa. La primera se resiste porque no es el mejor momento. Considera que esos activos valdrán mucho más dentro de un año que ahora. Pero ese argumento no debilita a los bancos, que no quieren poner un euro más, e insisten al presidente del grupo, Antonio Fornieles, en que acelere las desinversiones (prometidas y no ejecutadas). Es precisamente este punto el que ha alejado a las entidades del ejecutivo de Abengoa, antiguo hombre de KPMG. Es la diferencia con el consejero delegado, que procede de Abengoa México. Sitúen entre esos activos el Tercer Tren, una de las joyas de Abengoa: una planta de cogeneración en México que produce electricidad y vapor; el 40% de Atlantica Yield, propiedad de Abengoa, que cotiza en bolsa, por lo tanto, su valor nítido es cuestionable: 800 millones de euros. Por último, las plantas de bioetanol, especialmente las plantas de Estados Unidos, España y Francia. El bioetanol vale más con el petróleo más caro. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com