• El banquero distingue entre el rescate de una entidad (se salva a los depositantes) y una empresa: se rescataría a los accionistas.
  • Y Bankia es también acreedor: le parecen mal las indemnizaciones a Felipe Benjumea y a Sánchez Ortega.
  • Los bancos están avanzando para clarificar, no la deuda -ya la saben-, sino la situación financiera de Abengoa.
Las noticias sobre Abengoa se agolpan, pero más como hipótesis que como realidades, porque lo único importante -de momento- es el descenso a los infiernos que ha emprendido la energética con el preconcurso de acreedores.  En plata, es la situación crítica del grupo lo único que inquieta, por su alcance, a los bancos acreedores, bonistas, y desde otro renglón, al resto de perjudicados, como proveedores y accionistas. El paso dado por esos últimos, que presentarán querellas contra los administradores de Abengoa por daños y perjuicios, reaviva el debate sobre el papel del Estado o, incluso, un impensable rescate público. Así de claro lo ha dejado el ministro de Economía, Luis de Guindos. Este miércoles se ha incorporado al foro José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, que ha marcado, en declaraciones a Onda Cero, las distancias entre el rescate de la entidad financiera y la compleja, difícil, pero posible reestructuración de Abengoa. Goiri es uno de los interlocutores de relieve en este proceso por partida doble: por lo que toca a Bankia como entidad rescatada y por lo que toca a Bankia como banco acreedor. De hecho, es una de las entidades españolas más expuestas, con Santander, Caixabank, Popular y Sabadell. Goirigolzarri ha insistido en que Bankia y Abengoa no son casos comparables, básicamente por un motivo: en el rescate público de un banco, se rescata a los depositantes, mientras que en una empresa tecnológica como Abengoa, se rescataría a sus accionistas, libres para invertir su dinero -no sin riesgo- en una empresa. "Esa es la gran diferencia y esa es la razón por la cual se rescata a los bancos" (sic), ha dicho. Y a eso se añade la visión del banquero sobre la crisis en la tecnológica, cuyo futuro depende de la inyección de capital de un tercero y de un plan de reestructuración "complejo, difícil, pero posible". Es lo mismo al "largo me lo fiais" de Zorrilla. Después de la huida de Gestamp, quedan pocas posibilidades para que Abengoa no entre en concurso de acreedores, tanto por la ausencia de socio industrial, como por la única aspiración actual de los bancos acreedores: saber cuánto les puede devolver la empresa andaluza de lo que les debe -aceptando una quita- y punto. Se niegan a capitalizar la deuda. Goirigolzarrri no ha querido desvelar a cuánto asciende la deuda de Abengoa con Bankia, aunque la conoce, "por supuesto, como el resto de los bancos". Se trata de discreción: "Hay un principio que aprendí cuando empecé a trabajar que era muy claro -ha señalado-, nunca hables de tus clientes, y lo sigo a rajatabla". Hispanidad ya informó de que el riesgo de Bankia asciende a 582 millones: 100 millones en créditos, 265 en circulante y 216 en project finance (en curso). Eso no quita que le hayan parecido mal, como a Guindos, las indemnizaciones que han cobrado los ejecutivos del grupo antes de solicitar el preconcurso de acreedores. En el caso de Felipe Benjumea, ascienden a 11,5 millones de euros, que cobró tras dejar la presidencia.  Y en el caso de Manuel Sánchez Ortega, consejero delegado hasta mayo, 4,5 millones. El ministro de Economía ya ha dicho que se mirarán con lupa esos pagos "poco presentables". Ha dado algunas pistas, no obstante, sobre cómo pueden seguir las negociaciones con los acreedores. "Hay que diferenciar dos cuestiones: la deuda con las entidades y otra establecer con claridad cuál es la situación financiera de una compañía", en ese caso Abengoa. Sobre este último punto se está avanzando, a pesar de la complejidad del grupo andaluz. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com