Sr. Director: Especialmente en nuestra infancia, una de las situaciones que nos producía mayor compasión era la de los niños que carecían de madre. Pues aunque también nos conmovían los huérfanos de padre, la falta de la madre la valorábamos muchísimo peor en esa época cuando tanta trascendencia tiene la presencia maternal. Sin embargo ahora, gracias a los «avances» imparables de la técnica, ascendemos otro escalón en la evolución suprahumana y nos venden como la paternidad más superguay practicada por famosos y famosetes, que los hijos carezcan de madre, reduciéndola a un útero que se alquila durante 9 meses y se hace desaparecer tras el parto. Un importante argumento de oposición a esta nueva técnica de los vientres de alquiler o gestación subrogada, radica en la repugnancia de la utilización de la mujer precisamente en su ámbito (no solo físico) más íntimo y específicamente femenino. Pero además de lo rechazable que significa gestar a un hijo por encargo para venderlo, seguimos olvidando al mayor perjudicado: el hijo. Pues conociendo que la mayoría de quienes alquilan esos vientres son homosexuales masculinos, solos o en pareja, que buscan ser padres, esos hijos carecerán de madre a los pocos minutos de nacer, tan sólo por gusto de sus usuarios. Y esto es así de crudo por mucho que esos padres compradores de niños pretendan hacer de padre y madre a la vez. Ya veremos lo que en el futuro opinan esos hijos a los que se les privó voluntariamente de una madre durante su infancia, crecimiento y desarrollo. Miguel Ángel Loma