Sr. Director: Feísimo asunto el del prestigioso psiquiatra sevillano denunciado por un grupo de pacientes por haber sufrido supuestos abusos sexuales y mala praxis profesional, y que hasta ahora se concreta sólo en una denuncia presentada ante el Comité Deontológico del Colegio de Médicos. Feísimo tanto por las circunstancias personales del denunciado, como por el incremento de denunciantes que, por su relevante posición, no parece que busquen un interés lucrativo. Y aunque la presunción de inocencia que ampara al psiquiatra sólo cabe destruirla por una sentencia condenatoria tras el pertinente proceso judicial, poco ayuda a la defensa su manido argumento de que los hechos denunciados son falsos, porque se trataría de una denuncia de hace años que acabó siendo finalmente archivada. Pues por más que los hechos ahora denunciados sean, lógicamente, de naturaleza similar a los de aquella otra denuncia archivada, la actual se corresponde con hechos diferentes alegados por pacientes diferentes. Por mucho que se archivara una denuncia hace años, ahora se trata de una nueva denuncia y nuevas denunciantes, que tendrán que acreditar los hechos en un nuevo proceso. Ni el archivo es como una vacuna que, una vez vacunados, nos inmuniza de por vida, ni existe una «inmunidad por archivo». Y si hay algo diáfano en este tema, es que a ninguna mujer le gusta que salga a la luz haber padecido –supuestamente unas acciones como las denunciadas. Porque llegar a considerar que existe una persecución de señoras sevillanas (que ni siquiera se conocían entre ellas) contra un afamado psiquiatra, es menos creíble que Belén Esteban resolviendo el rosco de Pasapalabra. Miguel Ángel Loma Pérez