Sr. Director: El comandante, Fidel Castro, ahora fallecido, alimentó el espejismo: una islita pequeña, Cuba, había salido victoriosa frente al gigante estadounidense. El complejo anti-Washington y el desembarco de los soviéticos hizo el resto: el marxismo se difundió con intensidad en la década de los 60 y 70 en América Latina como un fantasma destructivo. La respuesta,  en muchos casos,  fueron unas dictaduras que se cobraron un precio altísimo. Se generó una dialéctica pro-marxismo anti-marxismo que hizo y sigue haciendo mucho daño a los pobres reales, a los pobres que no eran una categoría de la historia. Una dialéctica que hizo mucho daño al deseo de construir una América Latina libre, prospera y pacífica. Esta ha sido la herencia que nos ha transmitido F. Castro. Y en eso sigue Raúl Castro, que a pesar de las nuevas relaciones diplomáticas con Estados Unidos, se resiste a iniciar una transición a la democracia. Sigue pendiente transformar la funesta herencia de Fidel Castro, algunos dirán lo contrario, en un futuro esperanzando. José Morales